

El lunes, el Gobierno dio por hecho que empezaba "el primer día del acuerdo con el Fondo". Habiéndose aprobado en elboard del organismo la refinanciación de la deuda por u$s 45.000 millones, la Casa Rosada salió con nuevos bríos a enfrentar los desafíos calientes que presenta la economía, y así lo transmitió al empresario. Con renovado plantel y todo.
Advirtiendo las complejidades del escenario internacional y dando como muy probable una escasez el próximo invierno, el Gobierno decidió avanzar con un plan preventivo de racionamiento de la energía para la industria, bajo un esquema que ya transmitió al sector empresarial y a los representantes de los trabajadores durante la reunión informal que el presidente Alberto Fernández encabezó en la sede del gremio de la Sanidad, que conduce el cosecretario general de la CGT, HéctorDaer, y de la que fueron partes varios líderes del sector empresario y del mundo gremial.
Allí, el Presidente trazó un panorama sobre los principales temas que ocupan la agenda económica, en los que incluyó además cierto temor por una espiralización de la inflación. Y lo hizo poniendo de realce a los actores habilitados para hablar y gestionar en su nombre.
Las mismas figuras sobre las que Fernández se recuesta en la epílogo de su mandato se reunieron al día siguiente en el quincho del ministerio de Desarrollo Productivo, mientras el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, ligado al sector de la vicepresidenta Cristina Kirchner negociaba con los panaderos una regulación del precio del pan.
El almuerzo tuvo como anfitrión al titular de esta cartera, Matías Kulfas, quien reunió a los titulares de Economía, Martín Guzmán; Trabajo, Claudio Moroni, y al canciller Santiago Cafiero. El convite también incluyó al "heredero" de Cafiero y flamante coordinador de esa mesa de unidad albertista, el asesor presidencial Juan Manuel Olmos.
El exjefe de gabinete recuperó influencia: en su otrora rol de ministro coordinador, relevaba la agenda económica semana a semana; ahora, corrido a las tareas de política exterior, igual sigue pisando fuerte con el aval de su alter ego, la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca. En parte, el encuentro revivió las tradicionales reuniones que tenían a Cafiero de anfitrión en el despacho contiguo al del Presidente.
En ese almuerzo se prosiguió con dos temas descollantes de la agenda llevada a los empresarios y sindicalistas: la energía y la inflación. Fuentes gubernamentales al tanto de las deliberaciones reconocieron a El Cronista que las sanciones aplicadas al gas ruso forzaron a elaborar un plan de anticipación a la posible escasez de gas con un plan de "autorregulación de la industria", con el que se pretende avanzar y consensuar en caso de que se confirmen los peores pronósticos.
De acuerdo al Gobierno, la intención es evitar una avalancha sobre el suministro y una descoordinación entre ramas industriales y, eventualmente, identificar qué actividades con ciclos de producción continuos no pueden detenerse. Para las demás, se les incentivará a racionar el consumo, ajustar los procesos o, incluso, anticipar cuanto se pueda la producción, hasta tanto llegue la época crítica y de mayor frío, cuando se privilegiará la distribución para uso residencial.
En el Ejecutivo también evaluaban esta semana que la disparada de los commodities agrícolas no terminará de compensar la suba de los precios de los derivados del petróleo y el gas, y que la cuenta neteada arrojará un ligero déficit.
En ese contexto, la inflación no parecería dispuesta a dar tregua, y la meta de inflación acordada con el FMI y pendulando entre el 38% y el 48% anual ya quedó vieja.
Por estas horas, los esfuerzos están puestos en lograr acuerdos para evitar una aceleración de la inflación que lleve el alza de los precios "al 60% o 65%", según vaticinó un alto funcionario a este diario, si fracasan las negociaciones.
Sin municiones para tensar la relación, el gabinete económico relanzado apenas apunta a estabilizar la inflación, y acaso atajarla "alrededor del 50%", como reconoció la misma fuente. Sin grandes anuncios en carpeta, la apuesta por estas horas es al diálogo y a "desarticular el componente inercial" de los precios, que lo adjudican a los empresarios por anticipar subas injustificadas, sobre las que el Gobierno insiste.
La reunión del Presidente con gremialistas y empresarios, el lunes en el sindicato de la Sanidad, y el posterior almuerzo del gabinete económico dieron el puntapié a las convocatorias informales, periódicas y "permanentes" que desde el Ejecutivo quieren dar con el sector privado. No habrá pompa ni grandes llamados. En el contacto permanente y acaso con la amonestación se apuesta a atacar el problema más grave.













