La expansión de las plataformas de comercio electrónico que llevan la producción desde China a todas partes del mundo es motivo de debate y genera reacciones por su impacto en la industria local y el medio ambiente de distintos países, desde la Unión Europa hasta los Estados Unidos.
Mientras los consumidores se vuelven locos por los precios extremadamente bajos de sitios como Temu, Shein o AliExpress, aún cuando la calidad de las mercaderías y los tiempos de entrega puedan resultar un fiasco, los políticos y los representantes de las empresas afectadas ponen en agenda la necesidad de tomar algún tipo de medida frente a un fenómeno que tiene impacto en el empleo y en la balanza comercial, cuando no también en los niveles de contaminación.

Este mes, de hecho, Francia aprobó una regulación contra lo que se conoce como la industria "ultra fast fashion", que incluye aranceles extra para los bienes que se compran por esa vía y hasta sanciones para los que hacen difusión por Instagram.
En la Argentina, el furor por estos sitios donde se pueden encontrar zapatillas por $ 30.000 pesos o remeras por $ 5.000 está desatado de la mano de las facilidades que dio el Gobierno para las compras internacionales con envíos a la puerta del domicilio, lo que junto con un tipo de cambio que ha evolucionado por debajo de otras variables lo transformó en una alternativa cada vez más popular. Todo, además, potenciado por influencers que en redes sociales ofrecen descuentos y hacen videos abriendo con devoción los paquetes que reciben.
En este contexto, desde la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria empiezan a moverse para intentar conseguir que el Congreso pueda seguir los pasos de las regulaciones que se definieron en Europa, aún cuando en la actualidad cualquier agenda vinculada con regulaciones pareciera tener mala prensa de la mano de la administración de Javier Milei, que está haciendo de la liberalización comercial una especie de dogma.

Ni qué hablar además cuando se observa que el corazón de la ley "anti Shein" que impulsó el gobierno de Emmanuel Macron tuvo como principales fundamentos el impacto ecológico de la producción explosiva desde el gigante asiático que inunda el resto del planeta, y no tanto el posible desplazamiento de la fabricación local.
Entre los argumentos que se expusieron en Francia y acercó la CIAI al Parlamento argentino, se encuentran los siguientes:
- estas plataformas aumentaron el año pasado un 23% la emisión de dióxido de carbono, hasta alcanzar los 26 millones de toneladas, el equivalente a cuatro centrales eléctricas de carbón, sin contar además el extra que le añade la distribución por avión y los miles de kilómetros que recorren aquellos productos que son devueltos;
- el 76% de las prendas de ropa que venden Temu y Shein está hecho principalmente de poliéster, una fibra derivada del petróleo que suelta microplásticos con cada lavado, y sólo en un 6% de los casos se utiliza este producto reciclado;
- Se emplean sustancias químicas en tintes y acabado de telas que explican al menos el 20% de la contaminación industrial del agua.
- el 70% de los proveedores obtienen calificaciones bajas en auditorías, por lo que hay sospechas sobre las condiciones laborales mínimas a partir de las cuales se desarrolla la fabricación de las mercaderías.
A su vez, el proyecto francés puso sobre la mesa el hecho de que Shein lanza alrededor de 6.000 nuevos artículos cada día, promoviendo compras impulsivas que generan altos niveles de desperdicio. De hecho, el cálculo es que el 60% de las prendas que distribuye esta plataforma son desechadas en el mismo año de compra.
Con este trasfondo, en las últimas semanas, representantes de la cámara de la indumentaria local mantuvieron contactos informales con algunos legisladores, como la senadora Guadalupe Tagliaferri, del PRO, para acercarles información, argumentos y explicarle la necesidad de poner algún tipo de límite al ingreso masivo específicamente de ropa y calzado proveniente de ese tipo de plataformas.
"Queremos avanzar con un proyecto ‘anti Shein' como el que se aprobó casi por unanimidad en Francia", aseguró Claudio Drescher, el presidente de la CIAI a El Cronista. Tagliaferri, en tanto, expresó: "Creo que hay que empezar a hablar del tema y con datos. Es una preocupación mundial. Hay que ver cuánto es el impacto en la industria o si hay otras cosas que están haciendo daño. Pero sí hay que empezar a entender todo el ecosistema y el impacto de estas plataformas".
En términos absolutos todavía el volumen de ingreso de mercadería desde estas plataformas es bajo en dólares, pero está creciendo a niveles del 250% interanual según el Indec, que lo releva en la categoría "Resto" de los informes de intercambio comercial.
La inquietud en el sector fabril y especialmente en la industria textil es que, a su vez, el ingreso de la competencia de la moda ultra rápida se combine con un momento en el que las ventas locales empezaron a ceder y se transforme en una tormenta perfecta.
Según la CIAI, en el bimestre mayo junio tuvo una caída del 7,7% en la venta de ropa respecto del mismo bimestre del año pasado. Hubo un 56% de empresas que registraron bajas en sus ventas contra un 32% con alzas. Además, el 77% de las compañías mostró la caída de la demanda como su principal preocupación. Y el 58% de los encuestados aseguró que no pudo transferir los aumentos de costos a precios.

Más Videos
















