

En el marco electoral, el principal objetivo del Gobierno es finalizar su mandato sin sobresaltos y generando una sensación de optimismo en los votantes. Esta política económica impacta de distintas maneras según los sectores de la economía generando grandes perdedores, pero también beneficiando a algunas actividades económicas.
La posibilidad de observar una corrección de los principales desequilibrios macroeconómicos de la economía antes de fin de año está descartada. Corresponderá a quien lo suceda la tarea (impostergable) de implementar un ajuste en el esquema tarifario, redefinir la política de comercio exterior y, posiblemente, realizar una corrección del tipo de cambio.
Mientras tanto, las actuales medidas tienen como objetivo evitar una escalada de la inflación, garantizar la estabilidad cambiaria e impulsar el consumo mediante diversos programas (como el Ahora 12) para mantener el clima positivo. Así, el escenario económico hasta diciembre se caracterizará por: un tipo de cambio casi fijo, continuidad de las restricciones a la importación y al giro de dividendos; un incremento en la demanda local por mayor consumo público y privado y una caída de la demanda internacional y precios bajos para los commodities agropecuarios.
Esta conjunción de variables afecta de manera distinta a los sectores de la economía, generando grandes perdedores, pero también beneficiando a algunas actividades económicas que exhibirían una evolución positiva en lo que queda del año.
Y los ganadores son…
Aquellos sectores que orientan su producción al mercado interno, especialmente si no dependen de insumos importados porque el consumo local presenta una tendencia alcista producto de un leve repunte en el salario real y los planes oficiales de estímulo a la demanda. A su vez, con las importaciones restringidas estos sectores no enfrentan la competencia internacional. Las perspectivas son positivas para los servicios, producción de calzado, textiles e incluso, electrodomésticos, aunque en este caso continuarían las dificultades para acceder a insumos importados.
En menor medida, también presentarían una mejora los sectores ligados a la construcción, como la producción de minerales no metálicos y materiales. Tras un 2014 complicado, esta actividad presentaría un repunte parcial, impulsada en parte por un aumento de la obra pública y en parte por la construcción de viviendas (influye levemente el plan Procrear).
En cambio, los sectores afectados son:
La industria automotriz, que tras una merma de la producción del 21,2% en 2014 se encamina hacia otro año que podría terminar con una caída del 7%. Este rubro enfrenta grandes dificultades por la menor demanda de Brasil que prevé que las exportaciones se contraigan un 13,3%. Por su parte, las ventas al mercado interno podrían mostrar un repunte pero escaso, ya que la demanda está condicionada por las restricciones para acceder a las divisas. Su caída arrastrará a otros sectores ligados como la fabricación de caucho y plásticos, que cerrarán el año en rojo.
Las economías regionales también atraviesan una situación compleja, afectadas por la pérdida de competitividad que reduce sus posibilidades de exportar. En un dilema sin perspectivas, los productores deben decidir entre ajustar la producción o vender a un precio inferior, resignando rentabilidad. La industria vitivinícola (con una caída de 9,3% en las exportaciones durante el primer bimestre) y los productores de frutas, tanto peras y manzanas en Rio Negro como cítricos en el norte del país, lideran la lista de los más afectados.
Por otro lado, los efectos son dispares en la producción agropecuaria y la industria de alimentos y bebidas. Por un lado, la industria láctea se encamina a otro año negativo, producto de la pérdida de rentabilidad generada por el derrumbe del precio de la leche en polvo en el mercado internacional y los controles de precios en el mercado interno.
A su vez, los menores precios internacionales de los granos, la apreciación cambiaria y las restricciones a la exportación impactan negativamente en los márgenes de los productores agrícolas, que en campos arrendados sólo tienen saldo positivo en el caso de la soja.
Por último, las actividades relacionadas a la explotación de hidrocarburos tienen una coyuntura especial. El derrumbe de los precios internacionales del crudo afecta las inversiones por lo que la producción de petróleo mantendría su tendencia decreciente. En cambio, gracias al impulso de YPF y el programa Gas Plus, se observa una recuperación que redundaría en una mayor disponibilidad de gas para la industria.
En síntesis, si bien la política se muestra exitosa en lo que respecta a los objetivos planteados por el gobierno (la inflación se desaceleró, el nivel de reservas trepó hasta los USD 33.800 millones y el consumo interno comienza a despegar), tiene efectos negativos sobre el nivel de actividad. Esto es evidente con los diecisiete meses consecutivos de caída de la actividad industrial y el menor nivel de empleo (de acuerdo al INDEC se perdieron 170.678 puestos de trabajo en el último año).
El gobierno entrante enfrentará el desafío de corregir los desequilibrios económicos que seguramente se acentúen durante 2015. Es una tarea ineludible ya que continuar por el sendero actual implica acentuar aún más los desajustes de la economía, lo que no es sostenible por mucho tiempo.












