

Esteban Bullrich renunció a su banca en el Senado, pero no a la política. Fue a finales del año pasado, tiempo después de que le diagnosticaran Esclerosis Lateral Amiotrófica. Más conocida por sus siglas, ELA, o por ser "la enfermedad que tenía Stephen Hawking".
Ese 10 de diciembre, desde la que todavía era su banca en la Cámara alta, el exministro de Educación de la Nación y de la CABA -tomado de la mano de su pareja- pronunció un discurso conmovedor, en el que confesó que la decisión de dejar el Senado iba "en contra de cada fibra" de su cuerpo. De paso, dio a conocer que le gustaría que recordaran, de su paso por ese cuerpo, "la búsqueda constante de consenso a través del diálogo". Aunque aclaró que no le correspondía a él hacer ese pedido.
En ese momento, Bullrich ya se comunicaba a través de una aplicación, por sus dificultades en el habla. Pero no por eso, su discurso caló menos hondo. No solo emocionó a sus hijos, que lo escuchaban desde uno de los palcos. Sino que, como pocas veces, un senador logró captar la atención de sus pares y no precisamente por pronunciar chicanas, levantar la voz ni montar un show para las cámaras. "Esa falta de diálogo trasciende estas paredes", describió esa tarde al referirse al Congreso de la Nación. Y siguió: "Vivimos en un país enfocado en la grieta y en el debate violento; un país en el que la gente de bien escapa de la política, la desprecia y la condena".
"Un país en el que la gente se recluye en lo privado, soltando el sueño de ser parte de la construcción de una Argentina mejor. Un país en el que empujamos a la gente a no ejercer lo que es el rol más alto de una democracia: el rol de ciudadano", continuó enumerando. "Sé que estas palabras pueden parecer las de un soñador. Lo soy. Pero como en aquella canción que nos invitaba a imaginar, sé también que no soy el único", agregó, parafraseando a John Lennon y su himno a la imaginación. "Aprovechen que Dios les da la voz y la fuerza para desempeñarlo y tengan el coraje de hacer solamente lo que saben correcto", les pidió a sus pares.
Pero más allá de las lágrimas que arrancó ese día, y de los mensajes de apoyo que recibió de gente del oficialismo y de la oposición en respuesta a su convocatoria, sus palabras no surtieron efecto.
Al tiempo, el ahora exsenador de la Nación, a través de un video, agradeció el premio que le otorgó la revista El Parlamentario. Sus palabras, en esa oportunidad, se escucharon en la Cámara de Diputados, en el Salón de Pasos Perdidos, donde se celebró el acto. "Nada cambió, en todo caso, empeoró", señaló luego de agradecer el reconocimiento, e insistió: "No podemos seguir jugando a no ponernos de acuerdo". Más adelante dijo: "Estamos obligados a sentarnos a dialogar, a menos que queramos seguir festejando que solo cuatro de cada 10 argentinos es pobre".
Para Bullrich, es el Gobierno el que debe convocar a un diálogo amplio "para encontrar los consensos necesarios" y que así el país se encamine en un "proceso de crecimiento con inclusión social". Como aquel cura de pueblo que repetía siempre el mismo sermón y cuando le preguntaban por qué, él respondía "porque ustedes no cambian, y si ustedes no cambian, el sermón no cambia", insiste Bullrich con la necesidad del diálogo.
En un mano a mano, el referente del PRO habló de cómo ejerce la política fuera del Congreso, insistió -una vez más- en la necesidad de dejar atrás la "grieta" y contó qué huella quiere dejar desde la fundación que lleva su nombre y que busca ayudar a los enfermos de ELA.
Renunciaste a tu banca, pero... ¿Te retiraste de la política?
No, para nada. Mi compromiso con la política está intacto. Lo asumí después del 2001, porque quería dejarles un país mejor a mis hijos y todavía hay trabajo por hacer.
¿De qué manera la ejercés hoy?
Sigo en contacto con mi partido, y con muchos dirigentes de distintos sectores políticos. Tenemos la obligación de terminar con esta grieta destructiva y construir un país en paz.
¿Por qué no aceptaste seguir como senador, como te propuso el oficialismo cuando anunciaste tu renuncia? Dijiste que Dios tenía otros planes para vos, ¿cuáles eran?
Estoy descubriéndolos día a día, aceptando lo que me toca y viviendo al máximo todas las cosas que todavía puedo hacer, que no son pocas. No acepté seguir porque la decisión de renunciar la había meditado mucho y era inamovible. Mi familia y mi enfermedad merecían que les diera todo mi tiempo.
Decidiste armar una fundación, ¿qué te llevás de la política a ese ámbito?
La importancia de los acuerdos y el cambio real y profundo que podemos generar cuando construimos desde las coincidencias en lugar de destruir por las diferencias. Hay mucha energía malgastada en pelearse, eso nos impide crecer, nos frustra y nos agota.
En el discurso que pronunciaste en los premios de El Parlamentario recalcaste que "el Gobierno debe convocar a un diálogo amplio para encontrar los consensos necesarios sobre los cuales basar un proceso de crecimiento con inclusión". ¿Están dadas las condiciones para que se produzca esa convocatoria?
No se produce porque estamos demasiado acostumbrados al conflicto y nadie quiere dar el primer paso, ni el oficialismo ni la oposición. Hace falta mucho coraje y hoy mi tarea política está puesta en impulsar eso.
¿Creés que Juntos por el Cambio aceptaría, a esta altura del partido, sentarse a dialogar con el Presidente?
Creo que sería una muestra de responsabilidad y de valentía enormes. También creo que el Presidente debería convocar a ese diálogo de manera urgente.
Y, ¿cómo lo ves hoy al Presidente? En ese mismo discurso le rogaste a Dios "que le dé la humildad para reconocer que solo no puede".
No ha podido resolver la interna de su coalición y quedó atrapado en la inmovilidad que genera la falta de decisiones. Sigo creyendo que le falta humildad para pedir ayuda.
Si tuvieras que plantear tres temas sobre los que debería haber consenso, ¿cuáles serían?
Uno solo: entender que la política no es destruir al otro sino construir con el otro. Porque los perjudicados son los argentinos, los políticos no sufren las consecuencias.
Pensando en las elecciones del año que viene, parecería que es "más rentable" apostar a los extremos. En Juntos por el Cambio, ser un "halcón". De hecho, Javier Milei ya se lanzó como candidato a presidente. ¿Te preocupa que surjan figuras tan extremas?
Me preocupa el nivel de agresividad de algunas expresiones. Sin dudas no es por ahí, lo único que eso genera es demorar más la salida de la Argentina.
¿A qué le atribuís su popularidad?
Hace muchas décadas que la violencia verbal anima la política argentina. Y la violencia genera violencia.
"Me gustaría que se recordara de mi paso por este cuerpo la búsqueda constante de consenso a través del diálogo", dijiste cuando renunciaste a tu banca en el Senado. ¿Lo lograste?
Logré la búsqueda. El consenso a través del diálogo requiere el aporte de una contraparte. El tango se baila siempre de a dos.
Y desde tu fundación, ¿qué huella querés dejar?
Quiero encontrar la cura de la ELA, que sabemos que está pero no sabemos dónde. Y mientras la buscamos, quiero que los enfermos de ELA la pasemos lo más aliviadamente posible.
El texto original de esta nota fue publicado en el número 342 de la revista Apertura














