

El 17 de junio de 2025 el Tribunal Oral Federal Nº 2 le otorgó a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner el estatuto de la prisión domiciliaria para el cumplimiento de la condena en la causa Vialidad, convirtiendo un departamento y a las calles del barrio de Constitución en un punto de referencia política, de procesión militante pero también en un espacio mirado con recelo.
Los días previos a la detención habían sido convulsos: la presidenta del PJ nacional había anunciado que sería candidata para las elecciones de septiembre en la tercera sección electoral bonaerense. Sin embargo, las informaciones periodísticas adelantaron que la Corte Suprema se expresaría para confirmar o rechazar la condena.
Esas fueron jornadas de movilizaciones y reuniones en la sede del Justicialismo en la calle Matheu. Muchos vieron allí la consolidación de una unidad peronista. Participaron gobernadores, sindicalistas, políticos que se habían alejado del kirchnerismo y aquellos que lo desafiaban.
El lugar de encarcelamiento de Cristina Kirchner fue motivo de debate y los fiscales federales Diego Luciani y Sergio Mola pidieron que fuera alojada en una unidad penitenciaria.
El día en el que la expresidenta se debía presentar en los Tribunales se había planificado una marcha que se preveía multitudinaria: "Vamos con Cristina, volvemos con ella", decían los organizadores. La decisión de la Justicia se adelantó y la alojó en un departamento en San José 1111.
Por algunos días, la intersección de unas calles se convirtió en un lugar de acampe partidario. Trazando un paralelo con la década de 1970, algunos hablaron de un nuevo Gaspar Campos, referencia al sitio en el que se alojó Juan Perón cuando retornó al país después de años de exilio.

La Justicia debió aclarar también si la expresidenta podía o no salir al balcón para saludar a las personas que se reunían en las adyacencias. Además, fijó categorías para delimitar quienes podrían visitarla.
Estaban autorizados familiares directos, sus abogados, médicos y los integrantes de la custodia policial. Por fuera de estos, todos los demás, sean dirigentes políticos, sociales o religiosos necesitan autorización judicial previa para visitarla, incluyendo a diputados y senadores nacionales que poseen fueros.
La defensa de Cristina pidió sin éxito que se derogue esa limitación, aduciendo que "quienes cumplen su pena en un domicilio particular pueden desarrollar todas las actividades que no se encuentran prohibidas por la ley, tal como se deriva del principio de reserva que consagra el art. 19 de la Constitución Nacional".
La exmandataria convirtió su morada en un centro de atención política. Desde allí monitoreo elecciones provinciales como las de Formosa y Corrientes y supervisó las negociaciones para las listas en la provincia de Buenos Aires.
Sobre las visitas, apenas si se conoce un puñado de ellas. Recibió al brasileño Luis Inacio Lula da Silva, a Ernesto Samper, ex presidente de Colombia y ex Secretario General de UNASUR y a Gabriela Rivadeneira, ex presidenta de la Asamblea Nacional del Ecuador.
En materia de política local, es conocido que Máximo Kirchner la visita en su condición de hijo y de dirigente político. La Cámpora, además ha tenido otros emisarios al departamento de Constitución, como la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza.
También recibió al Premio Nobel, Adolfo Pérez Esquivel, y al exlíder de los Redonditos de Ricota, el "Indio" Solari.

No pasaron por allí, sin embargo, dirigentes sindicales de peso. La única excepción conocida es la de Sonia Alesso, secretaria general de la CTERA, quién llegó acompañada por David Edwards, secretario general de la Internacional de la Educación, que reúne a más de 32 millones de maestros y educadores en 173 países del mundo.
En los últimos días, Cristina recibió a un dirigente con quién se encontraba distanciado, el candidato a senador por Salta, Juan Manuel Urtubey. El viernes por la tarde recibió a cuatro integrantes de las listas de Fuerza Patria en la Ciudad de Buenos Aires, todos ellos, los cercanos al kirchnerismo. Pero fueron pocas las reuniones con dirigentes de otros peronismos. El Cronista pudo confirmar, por ejemplo, que si bien hubo diálogos telefónicos, no llegó hasta el lugar el gobernador Axel Kicillof.
El domingo pasado, con motivo del triunfo peronista en la Provincia, salió a festejar al balcón. Kicillof, en el acto de La Plata, dijo que Cristina debía estar junto a ellos sobre el escenario y que se encontraba "injustamente detenida". Ese reconocimiento no disimula la interna existente entre ambos.
Algunas voces del camporismo continúan hoy deslizando críticas al gobernador, no sólo por desafiar los mandatos, sino por no haber sido vehemente en la defensa de Cristina cuando se estaba por conocer la condena.
Desde la antesala de esa resolución judicial se evidenció que, si bien en el peronismo entienden a la expresidenta como importante para la construcción de la unidad, lejos está en la actualidad de ser reconocida como la conductora. Ese lugar está en disputa, más allá del resultado de las elecciones. San José 1111 está, por ahora, lejos de reemplazar a la sede de peronista de la calle Matheu.













