

Dos prominentes economistas liberales, el ex secretario de Política Económica durante el gobierno de Carlos Menem, Carlos Rodríguez, y el ex vicepresidente del Banco Central, Lucas Llach, protagonizaron un agudo intercambio en redes sociales en relación al proyecto de dolarización propuesto por Javier Milei.

Rodríguez planteó que "es fácil dolarizar", aunque subrayó que el desafío radicaría en retirar gradualmente los pesos de la circulación, una tarea que, en su opinión, debería realizarse de manera paulatina. En contraste, Llach alertó que esta estrategia podría desencadenar una hiperinflación y acusó a Rodríguez de "lanzar propuestas calamitosas y levemente variadas".
Según Rodríguez, "dolarizar es facilísimo", ya que alega que "los dólares abundan en su mayoría en manos del sector privado, en su mayoría ocultos, y en bancos". Expresó que con "unos cuantos decretos y desregulaciones, los dólares de origen legítimo podrían circular libremente. Además, mediante una Ley de Perdón Popular de Mercado, podrían ponerse en circulación alrededor de 200 mil millones de dólares que yacen inactivos". Añadió: "El gran desafío no radica en dolarizar, sino en despesificar". Según él, unos 40 mil millones de dólares equivalentes en pesos, que carecen de demanda, contribuyen a la crónica inflación. Estos se presentan como pasivos del BCRA, mayoritariamente respaldados por las poco valiosas Leliqs".
Rodríguez sugirió que "rescatar esos pesos resulta esencial, aunque el gobierno carece de activos significativos para canjear, lo cual plantea un problema". Por lo tanto, considera factible "despesificar", aunque sugiere que este proceso posiblemente deba ser gradual, empezando por la Base Monetaria, estimando un costo de alrededor de 10 mil millones de dólares. "Luego, abordar las Leliqs (correspondientes a Plazo Fijo). Una parte considerable de los Plazo Fijo está en manos de entidades estatales, lo que podría ser canjeado por un Bono. Para el resto, sería necesario emitir deuda o enajenar activos estatales. Si se efectúa un ajuste fiscal real, el valor de la deuda argentina podría elevarse en los mercados", sostuvo Rodríguez.
En contraposición, Llach sostuvo que la noción de "despesificar gradualmente" representa "otro espejito de colores".

Planteó dos opciones: "Los pesos tienen un tipo de cambio fijo con los USD" o "los pesos carecen de un tipo de cambio fijo con los USD". En el primer escenario, cuestionó la viabilidad de la estrategia, argumentando que "si por cada 1.000 pesos doy 1 dólar, ¿quién esperaría para cambiarlos? Resultaría en una estampida contra las escasas reservas, llevándolas a la extinción. Se asemejaría a una convertibilidad sin respaldo". En el segundo caso, propuso un enfoque diferente: "A medida que obtengo dólares, retiro pesos al precio del mercado". Aunque más atractivo, Llach advirtió que, dado que los precios eventualmente estarían denominados en dólares, la demanda de pesos declinaría, planteando riesgo de hiperinflación en pesos.
Llach concluyó instando a una discusión seria sobre este tema y criticó la ligereza en la presentación de propuestas tan críticas y diversas. Argumentó que, en un escenario posible, se está debatiendo el futuro de los argentinos, un tema que merece un análisis riguroso.












