

Cristina reconoció ayer su predilección por DirecTV. Y no fue casual que lo hiciera desde Chivilcoy, el pago adoptivo de Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín (es decir, Cablevisión). Tampoco que resaltara como logro de la década ganada que haya DirecTV hasta en las villas. O que acusara a un señor que vive acá (por Magnetto y por Chivilcoy), que hace pensar a todos lo mismo. Y rematara con que desde una caja boba les lavan las cabezas a algunos sectores de la sociedad (por las señales de Clarín). Lo cierto es que las menciones a DirecTV llegaron luego de participar en Martínez de un anuncio de la empresa satelital que hoy es la operadora preferida del relato K. Una empresa que hizo siempre bien los deberes, según apuntan en Gobierno. Que anuncia inversiones desde los despachos oficiales. Que logró una cuestionable aprobación a su plan adecuación a la Ley de Medios.
Sin embargo, DirecTV tiene asuntos pendientes con esa norma a la cual debía adecuarse por incompatibilidades varias. También porque no posee dueño conocido ya que cotiza en bolsa el 100% de su capital. O por su ordenamiento de la grilla; por no tener señales propias, no emitir canales públicos. Por razones también caprichosas tampoco cumple con otros artículos de la ley de Medios que sí afectan a Cablevisión. No está obligada a transmitir las señales abiertas de cada localidad; tener un canal local propio en cada ciudad donde brinda servicio. También cubre todo el país con una sola licencia contra las 24 posibles que debería tener Cablevisión. Puede adquirir derechos exclusivos de eventos deportivos, algo que está casi vedado para los operadores de cable.












