

En los primeros meses de 2013, cuando la salida de dólares era intensa pero no tenía el mismo dramatismo que alcanzó sobre el cierre del año, cualquier hipótesis sobre qué podía hacer el Gobierno para revertir la situación era creíble. Las versiones sobre una ofensiva de la AFIP sobre las cajas de seguridad se habían vuelto posibles, y los ahorristas le adjudicaban tantas chances como a la recreación de una Junta Nacional de Granos que absorbiera las divisas generadas por el agro.
El arranque de 2014 muestra otro escenario, bien distinto. La derrota electoral de octubre acortó sensiblemente los márgenes políticos, y gatilló un recambio de gabinete que quedó signado por la debilidad. El diseño del nuevo rumbo quedó en manos de Axel Kicillof. El esfuerzo oficial ahora reconoce una dirección más racional, como lo es la apuesta a exportar más para sumar divisas a las reservas. Pero todavía no aparecen herramientas que generen confianza. Los empresarios validan el acuerdo de precios, pero lo consideran un esfuerzo de alcance limitado. Reconocen que el Gobierno está recomponiendo el tipo de cambio, aunque todavía no saben si su ecuación de costos apuntará al equilibrio o seguirá inestable. Indec y paritarias todavía son las grandes incógnita del verano.














