

Pocas actitudes definen con tanta precisión al país adolescente como la ventajita. Y mucho más cuando esas ventajas se consuman haciendo abuso de las herramientas del Estado. El Estado que se financia con el aporte esforzado de los ciudadanos y que no debe tener dueños sino administradores temporales. Pero la Presidenta le hurtó ayer al Estado 100 minutos exactos de cadena nacional para presentar en La Pampa a la fórmula presidencial del kirchnerismo integrada por Daniel Scioli y Carlos Zannini.
Ni Cristina ni ningún funcionario necesitan la ayuda de la cadena nacional para promover su oferta electoral. Son dirigentes conocidos, cuyas actividades cubren los medios de comunicación cada día sin necesidad de acudir a instrumentos que la ley argentina prevé para momentos de conmoción nacional o de urgencias en la gestión. El abuso de la cadena sólo muestra el desprecio de cierta dirigencia por el regimen de igualdad de oportunidades al que debe tender la democracia en su evolución.
El reclamo va para Cristina, pero también para Scioli, para Macri, Massa y todos aquellos funcionarios que aprovechen la visibilidad de sus gestiones para ganar segundos de promoción electoral. En 1655, el joven rey Luis XIV pronunció aquella frase que quedaría como ícono del absolutismo: "El Estado soy yo". A los dirigentes argentinos les convendría recordar que el monarca tenía apenas 16 años y que ya pasaron 360 de aquella imagen de arrogancia que la historia de la humanidad condenó.













