

Los documentos y registros utilizados para la “reconstrucción” del legajo original de The Old Fund, el fondo que se quedó con la imprenta Ciccone, fueron alterados.
Según una investigación realizada por el diario La Nación, existen más de una docena de indicios sobre la falsedad del legajo “reconstruido” de la empresa liderada por Alejandro Vandenbroele, presunto testaferro del cuestionado vicepresidente Amado Boudou.
En febrero de 2012, trascendieron las irregularidades del caso Ciccone y un par de meses después fueron robados de la Inspección General de Justicia (IGJ, dependiente del Ministerio de Justicia) el legajo original de The Old Fund.
Un mes después, la IGJ confirmó que había sido completada la reconstrucción del legajo del misterioso fondo.
Sin embargo, a partir de cotejar copias de libros societarios se dedujo que existen indicios sobre la falsedad de dicha “reconstrucción” por inconsistencias en fechas, domicilios, firmas y nombres de accionistas y apoderados.
También aparecen irregularidades en sellos y folios de seguridad que la IGJ debe adjuntar a determinados documentos para certificar su autenticidad.
Por ejemplo, de acuerdo al legajo “reconstruido” Vandenbroele se presentó ante la escribana Gabriela Antoniazzi apara certificar una asamblea del The Old Fund sólo el 28 de febrero de 2012, apenas tres semanas después de que estallara el escándalo. Incluso, esa asamblea, en teoría, ya había ocurrido dos años y medio antes.
Aquel 28 de febrero, Vandenbroele le solicitó a Antoniazzi que certificara la asamblea del 1° de septiembre de 2009, en la que se informó que el propio Vandenbroele asumía como “presidente” de The Old Fund.
Sin embargo, los libros societarios sostienen que Vandenbroele figura como “accionista” de la firma y no como presidente. Con ese cargo permaneció durante meses, hasta que el fondo holandés Tierras International Investments irrumpió como accionista de la firma en una asamblea que ocurrió, en teoría, el 15 de marzo de 2010.












