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En su fuero íntimo, Alberto Fernández considera que ha cumplido el cometido con el que viajó a Los Ángeles. Expresó el sentir propio y de otros mandatarios de la región ante los socios del norte, Estados Unidos y Canadá, y reclamó que la administración de Joe Biden mire con más atención a la región.
Fernández compartió el pasado viernes un almuerzo ofrecido por Biden, al que solo lo acompañó el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. En la última jornada de reuniones, el Presidente no se despegó ni de Massa ni del embajador en los Estados Unidos, Jorge Argüello.
En las charlas a puertas cerradas, que pudo reconstruir El Cronista, los presidentes y jefes de delegación sí abordaron el elefante en la sala, que no se vio comunicado en ningún pronunciamiento oficial: la guerra entre Rusia y Ucrania. El panorama que allí se pintó estremeció al mandatario.

A partir de continuas conversaciones con diferentes funcionarios estadounidenses, y particularmente por las palabras y gestos de Joe Biden, la delegación argentina se hizo la idea de que no habrá un horizonte de resolución del conflicto bélico desatado en febrero por Vladimir Putin en el este de Europa. Por el contrario, creen que la situación podría agravarse. La idea de una tercera guerra mundial fue mencionada reiteradas veces.
En este escenario, Fernández levantó la voz con una posición similar a la del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el canciller de Alemania, Olaf Scholz, a los que vio semanas atrás. Al parecer de Fernández, el final de la guerra librada por Rusia en Ucrania debe ser sin humillaciones al líder ruso, Vladimir Putin. De lo contrario, el escenario hacia adelante podría ser más desestabilizante.
Según supo este medio, Fernández planteó en el almuerzo al que lo acompañó Massa que el conflicto en Ucrania no es un problema solo de la OTAN y Rusia. Por sus implicancias globales, América latina debe estar sentada a la mesa. Y reiteró entonces su intención de que la Cumbre de Líderes del G7, a fin de mes en Alemania, sea la ocasión propicia para abordar el tema.
Pese a estas intervenciones, Biden se habría mostrado muy pesimista acerca de la posibilidad de abrir una instancia de negociación con Moscú. El mandatario norteamericano, como ningún otro reunido en Los Ángeles, maneja información clasificada y provista por los servicios de inteligencia desplegados en el frente de batalla y en territorio ruso. Verdaderamente toma nota y le preocupa que Rusia pueda recurrir al uso de armas tácticas, que implicarían introducir un daño con tecnología nuclear al bando enemigo.

Tiren contra Trump
Las deliberaciones del viernes en Los Ángeles también llevaron dardos hacia la Casa Blanca. Varios países, entre ellos la Argentina, cuestionaron la aproximación de la administración estadounidense a la región. Y el anfitrión, según pudo reconstruir El Cronista, acusó recibo.
Al Presidente le conmovió el discurso del representante de Trinidad y Tobago, que cargó contra Washington por imponer un embargo contra Venezuela, y que le impide a esta nación insular proveerse de gas y petróleo administrado por Nicolás Maduro.
Otros líderes caribeños insistieron con la necesidad de rever la estructura financiera internacional y posibilitar que el FMI destine más Derechos Especiales de Giro (DEG) a financiar programas para la transición energética y la lucha contra el cambio climático, en especial en esta zona afectada constantemente por tornados y la subida del nivel del mar, que les come territorio. La discusión para la eliminación de los sobrecargos de tasas, que el ministro de Economía, Martín Guzmán, impulsa todavía sin suerte, volvió a aparecer.
También el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, recogió el guante y admitió que la mirada hemisférica es parcial. Biden, en tanto, habría reconocido que los desafíos globales lo obligan a poner sus esfuerzos presupuestarios en estos momentos en Europa, donde auxilia a Ucrania y los otros países amenazados por Rusia, y en Asia, donde percibe un peligroso avance de China.
El demócrata acusó recibo del debate. Tomó nota a todo momento. Y, según partícipes de esos debates, habría cargado las tintas contra Trump. "No soy yo quien debe pedir disculpas por el estado de la relación con América latina y el Caribe", se le oyó decir.












