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El asado que el miércoles por la noche organizó el diputado MáximoKirchner en un sindicato de empleados públicos ayudó a alinear posiciones en la agrupación que encabeza y que cuenta con alrededor de 15 diputados en la cámara baja.
Más allá de la catarsis sobre las esquirlas que dejó en el camino la renuncia del hijo de la Vicepresidenta a la jefatura del bloque, la ocasión tuvo como objetivo llamarse a silencio para distender la relación con la Casa Rosada y recuperar margen de maniobra, músculo político, a partir del haber despertado incertidumbre sobre el verdadero sentido del voto que emitirán el día que el Congreso debata el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Kirchner reclamó a su tropa que despejen la idea de una abstención, que ni siquiera es unánime entre sus correligionarios. También, habilitó el juego para que comience una negociación con la Casa Rosada y el ministerio de Economía para consensuar una posición oficial y que sane las heridas internas. Es que del lado de Máximo y el presidente AlbertoFernández evalúan que la cristalización de las diferencias en una votación tan trascendental solo los perjudicará en sus perspectivas electorales allá para 2023.
Parece lejos, pero restan 500 días para el cierre de listas y ninguno pierde aquello de vista. Kirchner reprueba la negociación. Pero tampoco quiere que su agrupación quede reducida a paria del frentetodismo por no acompañar la solución al problema, a costa de un crecimiento de los que sí apuestan a jugar la carta de héroes que rescataron a la Argentina justo cuando pendía del precipicio del default.
El ala K recelan por ello del presidente de la cámara, SergioMassa, al que ven dispuesto a apresurar la votación en el recinto con los votos cambiemitas y frentetodistas "orgánicos", y esperar con mayor capital político si tiene su oportunidad en 2023.
En este contexto, comenzó a tomar fuerza la idea de negociar un toma y daca con Guzmán y Alberto. Quid pro quo (esto por aquello). Un eventual acompañamiento, pero con garantías de maquillar, acaso aligerar, el ajuste fiscal. Aunque las ideas son muchas, toma vuelo la idea de exigir modificaciones tributarias.

Lo que está en juego
El camporismo ha dado señales de rever su posicionamiento si acaso el Ejecutivo aceota discutir una mayor asignación de recursos a contener los efectos negativos que pueda tener el ajuste.
Para ello, barajan desde un incremento de la presión impositiva sobre los sectores de la economía con mayor despegue, donde no se descarta tocar retenciones, o bien con mayor carga sobre los mayores patrimonios -pese a la suba ya hecha en Bienes Personales.
El brainstorming que propicie la unidad tiene de todo: la discusión de un salario básico universal vuelve a emerger a pedido de un sector refractario al acuerdo, y el mismo jefe de bloque, GermanMartínez, ha dado su tácito acuerdo para que esta u otras iniciativas no caigan bajo la etiqueta de "temas vedados". Y el camporismo, como otros promotores, sostienen que el ministro de Economía, Martín Guzmán, está "conceptualmente de acuerdo", aunque impedido de apoyar por "restricciones fiscales".
La persecución de los responsables del endeudamiento con el Fondo también es una constante que vuelve. La fórmula técnica esbozada propicia aumentar los impuestos a la exteriorización de los capitales, para punir así a los que "fugan" el dinero del país. Este es un reclamo del sector que pide no dejar de lado los procesos judiciales abiertos contra el expresidente Mauricio Macri; su entonces ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el titular del Banco Central, Luis Caputo.
Sin acelerar la discusión, que necesariamente está supedidata al acuerdo técnico que se alcance con el Fondo, el Presidente mostró predisposición y dejó entrever que avalaría "modificaciones tributarias", sea lo que bajo este paraguas se contemple.
Fernández también tendrá otro gesto hacia Máximo. Indirecto, colateral, pero gesto al fin: el martes acudirá a Comodoro Py para declarar por la causa de Vialidad Nacional. Su declaración en persona, sin valerse del privilegio de enviar una declaración por escrito, es un guiño a la vicepresidenta. Se descuenta que el jefe de Estado insistirá que no hubo discrecionalidad en las licitaciones en el tiempo que fue jefe de gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, y que todas se hicieron de acuerdo a las normas establecidas.













