

En septiembre, altas autoridades financieras argentinas, junto a sus contrapartes latinoamericanas, caribeñas y europeas viajarán a España con un objetivo compartido: impulsar las relaciones de la Unión Europea (UE) y América Latina y el Caribe, dos bloques que comparten lazos históricos basados en el comercio, la cooperación, la paz y la sostenibilidad.
Este camino, al igual que el emprenden miles de peregrinos todos los años, culminará en Santiago de Compostela el 15 de septiembre con la celebración del primer encuentro de los 60 ministros de Economía y de Finanzas de la UE, América Latina y el Caribe. La reunión, organizada por el gobierno de España y CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- está llamada a concretar una nueva agenda de inversiones europeas en sectores clave del desarrollo argentino y latinoamericano, como la transición verde, la transformación digital y el desarrollo humano.
Actualmente, la UE es el tercer socio comercial de la región, por detrás de China y EE.UU. Además, es la principal fuente de inversión extranjera directa, con un stock acumulado de 800.000 millones de euros. Además, las empresas europeas han invertido en América Latina y el Caribe más que en China, Japón, Rusia y la India juntos, y la UE tiene acuerdos de asociación, libre comercio o cooperación política con 27 de los 33 países de la región.
En Argentina, los intercambios comerciales de bienes con la UE ascendieron a 20.885 millones de euros en 2022. Actualmente, la UE es el tercer socio comercial de Argentina (después del Mercosur y China) y representó el 12,9% del total del comercio argentino en 2022. El stock de inversiones de la UE fue de 35.800 millones de euros en 2020, lo que convierte a la UE, como bloque, en el primer inversor extranjero en el país.
La reunión de los ministros de Finanzas de ambos lados del Atlántico será una buena oportunidad para avanzar en este sentido, y demuestra el nuevo compromiso político para impulsar las relaciones entre la UE, Argentina y la región. Como antesala está el anuncio de la UE, durante la Cumbre de Jefes de Estado de Bruselas del pasado julio, de que movilizará 45.000 millones de euros hasta el 2027 para incentivar las relaciones comerciales y las inversiones privadas, y para enfrentar juntos retos globales como el cambio climático, la seguridad alimentaria, la innovación tecnológica o la reducción de la pobreza.
Con el anuncio de las inversiones europeas, que se canalizarán a través del Global Gateway (la plataforma global de inversiones y cooperación de la UE) se presentó un listado de 136 proyectos, de los cuales 70 han sido mapeados por CAF. En el caso de Argentina, se prevén inversiones en proyectos de transmisión eléctrica, de desarrollo rural, movilidad sostenible, apoyo a Pymes para impulsar la economía verde, mejora manejo de residuos, energías de transición y materias primas críticas.
Desde CAF buscamos seguir apalancando las inversiones europeas existentes en sectores tan diversos como agua (en el caso de inversiones españolas) o en materia aeroespacial (como son las inversiones francesas). En ese contexto, financiamos proyectos estratégicos que permiten la aplicación de tecnología en sectores clave para el desarrollo científico y tecnológico como telecomunicaciones, medio ambiente, producción, meteorología e inclusión digital, entre otros.
América Latina y el Caribe y Europa se necesitan más que nunca para enfrentar los grandes desafíos globales de las próximas décadas y, para ello, deberán complementar unas relaciones que durante años fueron intermitentes y bilaterales (los países europeos tejieron acuerdos con países latinoamericanos específicos, en función de intereses concretos, por ejemplo, en ciertas materias primas), con unas relaciones en bloque, donde los europeos vean a la región como un todo, y donde la región actúe con una sola voz. Existen claros intereses comerciales y económicos, pero también valores compartidos de paz, sostenibilidad y democracia.
Del lado latinoamericano, los beneficios de esta nueva agenda de inversiones son claros: atracción de inversiones, desarrollo económico sostenido y sostenible, transferencia de tecnología, fortalecimiento de la integración regional y cooperación en temas clave como las energías renovables, el cambio climático o la seguridad alimentaria.
Del lado europeo, se expandirá globalmente el Pacto Verde Europeo, se acelerarán los intercambios comerciales y se afianzará una alianza geopolítica históricamente intermitente. Es importante que los políticos europeos vean a la región no sólo como una fuente de materias primas en algunos países, sino como un socio integral para abordar los retos de la Agenda 2030.
Tenemos el conocimiento institucional, la agilidad y la capacidad para entre todos crear instrumentos financieros innovadores que acompañen a los países en este camino, atendiendo el llamado de la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial, y del Finance in Common, celebrado esta semana en Cartagena, Colombia.
La UE y América Latina y el Caribe están emprendiendo un viaje inédito en la historia de sus relaciones comerciales y de cooperación. Un viaje que, como el de los peregrinos a Santiago, tiene buenos propósitos. En este caso, expandir los valores de paz, democracia y sostenibilidad e impulsar una inversiones públicas y privadas que impacten en el bienestar de los latinoamericanos, caribeños y europeos.













