

Una vez más, en nuestro país estamos atravesando un periodo de fuerte turbulencia, de variado origen y pronóstico incierto.
Algunas cuestiones se han encaminado, con el ingreso del prestamos del FMI, pero estamos lejos de tener un horizonte claro, y se pueden presentar caídas de mercado, cierre de hecho de importaciones, dificultades para vender y/o abastecerse. Iliquidez financiera entre otras circunstancias.
Cuando se enfrenta este tipo de contexto, suele producirse un cierto nivel de desconcierto en las empresas, a todos nos gusta un entorno previsible para la toma de decisiones cotidianas.
Sin embargo, en estos tiempos pensar en el largo plazo es difícil, cuando no se puede prever con certeza el futuro cercano.
La experiencia (a veces podemos considerarla una lamentable experiencia, pero es así), nos ha dejado algunas enseñanzas que compartimos:
- La realidad no es como el juego de la Oca, decía un experto socio nuestro. No se vuelve al mismo lugar, las experiencias del pasado, aunque son útiles no pueden aplicarse directamente.
- Esperar a que todo esté claro genera inmovilismo y la realidad termina tomando las decisiones por nosotros.
- Todas las opiniones pueden ser válidas, pero luego de considerarlas rápidamente es conveniente ponerse en acción, y si se equivoca corregir con rapidez y sin culpa (todos equivocamos en estos contextos). Es un pecado en estas circunstancias atarse a las decisiones anteriores.
- Las decisiones de corto plazo no son estratégicas, solo sirven para navegar el contexto.
- Es conveniente tener en cuentas las cuestiones a las que no debe nunca renunciarse para evitar problemas posteriores (respetar a los clientes, la calidad de los productos, la imagen de las marcas, etc.)
- Compartir con el equipo cercano las decisiones. Ser flexible y evitar penalizar los errores no forzados.
Los párrafos anteriores son válidos en general, pero hay situaciones particulares que definen como complementar los conceptos anteriores.
- El nivel de riesgo que el contexto impone en el negocio que manejamos (no es lo mismo alimentos básicos, que artículos de lujo importados, para considerar dos cuestiones bastante alejadas entre sí)
- El grupo humano que tiene la responsabilidad de conducir, y su nivel de experiencia/expertise.
A un contexto incierto, que es compartido por todos, podemos ajustarlo a nuestra realidad teniendo en cuenta el riesgo del negocio y la experiencia/expertise disponible.
Se construyen de esta manera 4 cuadrantes, que consideramos de menor desafío a mayor.
- 1. Bajo riesgo y grupo experto. En este caso seguramente se tomarán las decisiones con firmeza y la clave es llevar tranquilidad, dar la sensación de que estamos más controlados que el promedio. Es posible que en estas circunstancias incluso emerjan oportunidades de la crisis, que el grupo tendrá la posibilidad de evaluar.
- 2. Bajo riesgo y grupo inexperto. En este caso, es necesario incorporar recursos para mejorar la experiencia del grupo, lo que redundará en un pasaje pausado hace el contexto 1. La experiencia/expertise no se consigue automáticamente, es mejor comprarla, ya que el entorno es turbulento y no parece conveniente incrementar el riesgo por inexperiencia.
- 3. Alto riesgo y grupo experto. En este caso parece recomendable, compartir con el equipo la situación riesgosa, para elevar el nivel de alerta. Al mismo tiempo comunicar sobre la base de las capacidades/expertise de la conducción.
- 4. Alto riesgo y grupo inexperto. Es el caso donde el nivel de inquietud puede conmover y realimentar el riesgo, con decisiones erradas por la falta de experiencia. Sería conveniente formar un comité de crisis, incorporando otras personas con experiencia. La primera tarea de este grupo es identificar las cuestiones claves y focalizar la atención en ellas, evitando la dispersión.
Como siempre, dentro de lo posible, es mejor mantener la calma y prepararse para este contexto estando alerta y apelando a la resiliencia que tantos años de vaivenes nos dieron a los argentinos.













