El apuro del Gobierno por avanzar con los proyectos de reformas de segunda generación, como la tributaria y la laboral, no solo expone la necesidad oficialista de aprovechar la ventana de oportunidad política que se abrió tras la victoria en las elecciones legislativas del mes pasado sino, particularmente, la de sacudir un tablero económico en el que el sector privado necesita avanzar casilleros.
La falta de evolución del empleo formal es una cuenta pendiente que se arrastra desde hace más de una década, en un país que solo ha visto crecer la informalidad y el cuentapropismo como salida laboral para gran parte de su población.
Como ocurre en muchas otras naciones, la pequeña y mediana empresa es el principal empleador en la Argentina y el impacto que tiene en el consumo interno la disparidad con la que ha evolucionado la actividad en los últimos tiempos, afectó particularmente a este sector, que hoy sabe que debe eficientizar su operación para proyectar un futuro diferente.
En días en los que el consumo electrónico se dispara por el Cyber Week, el Black Friday y las múltiples ofertas que forman parte del paisaje cotidiano de las diferentes plataformas, el Indec confirmó la fuerte caída de ventas que experimentaron los canales tradicionales durante septiembre, cuando la abultada derrota electoral de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires puso al riesgo político sobre la mesa y derivó en una inestabilidad financiera que afectó al crédito.
La incertidumbre se instaló hasta el 26 de octubre último y generó parálisis, un freno a la inversión, según reconocen en la Cámara Argentina de la Pequeña y Mediana Empresa (CAME). Pero hoy, con una baja de tasas que permite recomponer la posibilidad de financiamiento y el Gobierno intentando presentar los proyectos de reformas en sesiones extraordinarias, entienden que se abre un nuevo escenario.
Para las pymes, la reforma tributaria debe tener como premisa un gran consenso provincial y municipal que permita reducir las cargas y los problemas de rentabilidad que hoy amenazan su existencia. Mientras que la reforma laboral tiene que estar apuntada a favorecer el empleo, eliminar trabas para la toma de trabajadores y contener a la industria del juicio. Con ello, consideran que se presentarán las condiciones necesarias para equilibrar la balanza de costos e ingresos, invertir en maquinaria, sistemas y en la contratación de personal.
Pero los resultados no llegarán de un día al otro. Para que el sector privado salga del letargo y el principal empleador del país vuelva a sumar personal, será necesario que la economía retome el ritmo que perdió desde fines de febrero pasado. El consumo interno espera su turno.
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