

Cristina se quedó corta; muy corta. En su discurso del pasado 2 de abril criticó al gobierno inglés por aumentar el gasto militar con dos argumentos muy sensatos. Dijo que la Argentina no representa ningún peligro, ni para los ingleses ni para nadie, y les marcó un destino alternativo para esos fondos: "Que pongan esas libras en alimentar ingleses, en darle trabajo a jóvenes ingleses, en darle bienestar al pueblo inglés". Según ella, "somos la excusa perfecta, la coartada de un gobierno que ha tenido que pasar de 66 bancos de alimentos a más de 400 para alimentar a ese millón de ingleses".
Según el Department for Work & Pensions de Inglaterra, el 17% de la población tiene bajos ingresos, que ellos definen como ingresos inferiores al 60% de la mediana de ingresos (la mediana, distinta al promedio, es el valor que divide en partes iguales a la población). Eso significa que en Inglaterra hay 10,7 millones de personas que viven en hogares con ingresos de hasta 1000 libras mensuales (alrededor de u$s 1500).
Si bien u$s 1500 semanales constituye un ingreso más que digno para una familia argentina (se parece al mínimo imponible de Ganancias), el standard inglés considera que con menos que eso se es pobre. De hecho, cuando se conoció ese último dato oficial, varios medios titularon que la pobreza afecta a más de 10 millones de personas.
A diferente escala que aquí y con criterio de país desarrollado, la pobreza y la desigualdad son temas prioritarios en Inglaterra y uno de los ejes del debate en las campañas para las elecciones generales del mes próximo. Y en el centro de ese debate aparecen los food banks a los que se refirió la Presidenta.
Esas organizaciones de asistencia alimentaria que nacieron a principios de este siglo por iniciativa de movimientos sociales tuvieron en los últimos años un extraordinario crecimiento que, según describió The Telegraph la semana pasada, se trata de "una explosión que sólo puede ser explicada por la explosión de la pobreza".
Cristina se quedó corta con los 400 bancos de alimentos. Sólo The Trussell Trust, la Ong que tiene la cadena más grande, dispone de 430 centros, y se estima que hay no menos que otros tantos. Esa organización pasó de entregar 26.000 paquetes de alimentos en 2008 a casi un millón el año pasado, y se calcula que este año incrementará la asistencia en un 38%.
Además de la proliferación de bancos de alimentos, la crisis social motivó que se institucionalice la figura del living wage como una iniciativa privada pero apoyada por el gobierno. El sistema invita a empresas privadas y organismos públicos a comprometerse a pagar un salario de subsistencia superior al salario mínimo oficial de 6,5 libras por hora. Actualmente, el living wage (calculado una vez al año por una prestigiosa universidad) está fijado en 7,85 libras. Ya adhirieron más de 1300 empresas e instituciones públicas, entre las cuales figuran Nestlé, Google, Transport Of London, los bancos Barclays, HSBC y Santander, y el club de fútbol Chelsea.
El salario mínimo de 6,50 libras por hora que para los ingleses es insuficiente, resulta muy superior, tanto en términos absolutos como en poder adquisitivo, al salario mínimo de la Argentina, que actualmente es de $ 23,58 por hora, equivalentes a 1,8 libras esterlinas; o sea, a poco más de una cuarta parte del inglés.
Siendo un problema mucho más grave y acuciante que en Inglaterra, aquí no se sabe cuál es el número oficial de pobreza e indigencia. La simple pregunta incomodó a Axel Kicillof, que improvisó una muy desafortunada respuesta para salir del paso, y forzó a Norberto Itzcovich, titular del Indec y ejecutor del oscurantismo estadístico, a publicar una penosa justificación sobre la falta de datos.
Esa injustificable carencia de información ha generado múltiples mediciones alternativas. Por ejemplo, en esta columna del 23 de enero pasado se publicó que el cálculo de las líneas de indigencia y pobreza valorizando las canastas con los Precios Cuidados arrojaba resultados que triplicaban las últimas cifras que había difundido el Indec.
La medición alternativa más reciente fue hecha por Martín Gonzalez-Rozada, director de la Maestría en Economía Aplicada de la Universidad Di Tella. En base a la Encuesta Permanente de Hogares y el Indice de Salarios del Indec, y utilizando deflactores, estimó que en el segundo semestre del 2014 la pobreza alcanzaba al 20,9% de los argentinos, correspondiente a 1,7 millones de hogares o 7,6 millones de personas.
También estimó el denominado índice de hogares en riesgo de pobreza, identificando el porcentaje de hogares que no alcanza el 60% de la media del ingreso familiar; es decir con la misma metodología con la que los ingleses arribaron al 17%. El resultado para la Argentina es 24%.
El trabajo fue publicado en el sitio de Internet Foco Económico el 1 de abril. Un día antes del discurso en que Cristina se refirió con inteligencia a la pobreza inglesa pero no dijo nada sobre la argentina.













