

Los cambios de paradigmas generan nuevos escenarios políticos, sociales y económicos e impulsan a los actores a revisar estrategias, adecuarlas para optimizar sus performances y contribuir así al éxito de la nueva etapa. Argentina se encuentra en una transición desde una economía dominada por la discrecionalidad hacia otra de reglas de juego claras y estables que apuntan a mejorar el clima de negocios y atraer inversiones.
El giro de 180 grados que se hizo en la economía argentina a partir de la nueva gestión ha impactado con diversa magnitud en cada uno de los sectores productivos, generando desafíos y oportunidades, y haciendo repensar su posicionamiento actual.
Ahora, el escenario exhibe un impacto profundo en el mapa empresarial, donde habrá economías regionales y sectores beneficiados y otros que se verán cuestionados y tendrán que replantear sus planes de negocios apuntando a transformarse para hacer del riesgo una oportunidad.
Entender este contexto es clave para aquellos actores que están involucrados en el cambio, pero también para las empresas que tienen clientes involucrados en este proceso. Son ellos los que están atravesados por este cambio de reglas de juego, por lo que entender su situación y monitorear los drivers que la impulsan es clave para maximizar oportunidades. Interpretar la dinámica resultante de cada sector e incluso de cada compañía es fundamental a la hora de evaluar el ángulo propio y redefinir estrategias.
Este es el caso de los bancos, que deben enfrentar un ambiente de cambios en búsqueda de nuevas fuentes de rentabilidad, con la necesidad de interpretar la dinámica de cada economía regional, de cada sector e incluso de cada empresa, para volver a definir su posicionamiento estratégico y adecuar sus políticas de expansión considerando un mapa de inversiones que se presenta innovador y sobre todo, atractivo.
Para avanzar en esta dirección, será menester una evaluación pormenorizada de los efectos del nuevo marco económico, incluido el escenario global, el regional y el doméstico; de las políticas públicas macro y las sectoriales, de la competitividad de cada economía regional, de la actividad y de la realidad de las distintas compañías.
En este sentido, es imprescindible que analicen, interpreten y transformen la información que surge de este nuevo escenario de manera de enriquecer las oportunidades y minimizar las contingencias. Deben contar con un examen de calidad para mejorar su capacidad de planeamiento y administrar el riesgo, con el objetivo de poder anticiparse a las oportunidades y a los desafíos.
En otras palabras, las entidades bancarias son las que deberán detectar la aparición de los brotes verdes, analizar cuáles serán sus mejores destinos y perspectivas, y generar estructuras y herramientas idóneas para maximizar el alcance y las potencialidades de los proyectos, en una clara estrategia que apunte al crecimiento y desarrollo de la economía argentina.












