

El segundo semestre comienza con una excelente noticia, seguimos el camino hacia una integración inteligente con el mundo y se configura como una clara señal hacia los mercados financieros que entienden que un comercio basado en normas internacionales representa la oportunidad para avanzar en soluciones de largo plazo. El equipo negociador encabezado por las carteras de producción y relaciones exteriores logró concretar el pasado viernes 28 de junio la firma de un acuerdo histórico. A través de este instrumento, los países del Mercosur y la UE han decidido abrir sus mercados en vistas de multiplicar un intercambio comercial que en la actualidad asciende a 138.000 millones de dólares anuales.
Sin dudas, se trata de una de las negociaciones más relevantes que hayan tenido lugar en los últimos 20 años, al impactar en un mercado de 780 millones de habitantes con un PBI de u$s 20,8 billones (cerca de un cuarto del PBI mundial). El acuerdo, que eliminaría más del 90% de los aranceles en el comercio entre ambos bloques, es una oportunidad para nuestro país, dado que asegura la entrada a un mercado con un ingreso per cápita promedio de u$s36.000. De este modo, se concreta un avance estratégico en pos de la promoción del comercio internacional y el crecimiento de la economía, lo que redundará en un aumento de las inversiones y la adopción de estándares internacionales.
Asimismo, cabe destacar un componente del tratado que mejora las condiciones de acceso al mercado europeo, reduciendo los costos arancelarios para acceder, por ejemplo, a insumos para la producción al tiempo que incorpora cláusulas específicas sobre el rubro de servicios, el rol de las pymes, las compras públicas y un eje en cooperación internacional. En otras palabras, este acuerdo permitirá reducir el costo de los insumos, adopción de tecnología y mejorar la posición de las empresas argentinas para competir como proveedoras del mercado europeo. Este es un camino inevitable a recorrer por el Mercosur, como plataforma de integración al mundo, y para alcanzar el desarrollo de cadenas de valor entre ambos bloques.
Como principal desafío en el mediano plazo, la integración con la Unión Europea significa una mayor presión en la velocidad del proceso de transformación del esquema productivo del país. Son de público conocimiento las diferencias entre los escenarios europeos y latinoamericanos en torno a leyes laborales, costos del financiamiento, costos logísticos, esquemas tributarios y variables macroeconómicas. Sobre este punto, los negociadores han logrado plazos extensos para la entrada en vigor de las mejoras arancelarias: en tanto que Europa eliminará la mayor parte de sus barreras en sólo 5 años, el Mercosur llevará adelante una reducción gradual en un período de hasta 15 años. Así, el acuerdo da espacio para maniobrar, adaptarse, transformarse y competir.
En este sentido, es fundamental que el gobierno continúe trabajando sobre una estrategia de transformación en pos de evitar efectos sistémicos y cíclicos en el tejido productivo de bienes y servicios. Para integrarnos debemos ser competitivos, y para esto último es clave dar lugar a reformas estructurales contemplando la eliminación de trabas burocráticas, reduciendo costos logísticos, la carga tributaria y facilitando el financiamiento.
Es crítico también, para el funcionamiento efectivo de este acuerdo la adecuación de la normativa local en torno a la protección de la propiedad intelectual. El mismo documento que hizo circular el Ministerio de Relaciones Exteriores se preocupó en señalar que las reglas de juego en esta materia aún deben ser mejoradas. Esto lejos de ser un aliciente, puede constituirse en un freno en los estímulos para el desarrollo de la innovación, el avance tecnológico y la inversión extranjera directa.
Por otro lado, el empresario debe estar a la altura de las circunstancias, adecuando sus portafolios de productos y servicios, invirtiendo en mejorar las competencias de su capital humano, desarrollando nuevos procesos de producción basados en las nuevas tecnologías para poder competir y estar dispuestos a integrarse a las cadenas de producción globales.
Si bien este acuerdo aún debe pasar por la aprobación de los parlamentos o congresos de los países miembros de ambos bloques, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina celebra la concreción de este tratado de libre comercio. La integración constituye el único camino para alcanzar el desarrollo sustentable y la prosperidad de nuestra sociedad.











