

Como todos los años, el Encuentro de los Líderes que organiza El Cronista Comercial se constituye en un termómetro bastante preciso sobre lo que piensan los principales referentes del mundo empresario y académico acerca de la Argentina. Los pronósticos se mezclan con la sensación térmica, con lo cual el principal insumo que producen las exposiciones es una foto de lo que se ve hoy como escenario político y económico de 2019.
Lo primero que sobresale es que el país todavía se mueve a dos velocidades, con sectores que se mueven a un ritmo más dinámico que otros. Los ejecutivos que comandan las compañías energéticas tienen en Vaca Muerta un faro que los alumbra más allá del horizonte electoral. Lo mismo sucede con aquellos vinculados al agro o a producciones con salida exportadora. Las automotrices son un puente entre los que avanzan y los rezagados, porque saben que están mejor preparados para apostar al mercado externo, pero dependen de que el Gobierno equilibre sus cuentas para que la presión impositiva no muerda más su competitividad.
En el mundo financiero agradecen la estabilidad cambiaria porque saben que sin ella las tasas no pueden volver a niveles en los que se reabra el crédito. Los inversores, en cambio, creen que Macri dejó de dar señales positivas al mundo cuando le puso candado tributario a los que entraron al blanqueo.
Los sectores que tienen horizonte directamente exploran vías de crecimiento. El resto mira al suelo, con el temor de chocar otra vez con la piedra del populismo. La esperanza, hay que decirlo, es poca. Porque saben que Mauricio Macri no tiene mucho más para ofrecer que una apuesta voluntarista. Funcionó una vez. A la segunda muchos desconfían.














