

El test que hoy enfrentará el Banco Central con la nueva ola de vencimientos de Lebac será vital para darle veracidad a las variables macroeconómicas contenidas en el Presupuesto 2019. La cuota de optimismo, casi un sesgo inevitable de la gestión Macri, está puesta en el sendero del tipo de cambio. Con cierta lógica, los funcionarios del Palacio de Hacienda aseguran que al dólar no le queda mucho más por crecer, ya que con subir otro 10% estaría en el nivel real más alto de los últimos 15 años, el mismo con el que arrancó Néstor Kirchner después de la devaluación que provocó la crisis de 2001.
Si esa tendencia se confirma, el Gobierno cree que puede aspirar a poner la inflación en los niveles de 2017. No es un avance, pero mostrar una caída cercana a los 20 puntos puede ser vista como un logro. En el mercado reconocen que los números fríos le dan la razón a los técnicos de Hacienda, pero al mismo tiempo hay una tendencia a la dolarización de ahorros que se frenó pero no se detuvo. La cantidad de pesos que quedarán sueltos en el mercado será, en este sentido, un factor relevante para estimar la trayectoria de la divisa. Bancos y grandes inversores serán los que muevan el amperímetro de esta jugada, que a su vez ayudará a moldear la confianza del resto del mercado. Su interés, por si hace falta aclararlo, es que la calma se extienda, ya que eso también permite que mejoren sus números.
El resto del clima lo pondrá la política. Con el procesamiento de Cristina Kirchner y varios de sus principales funcionarios, el comportamiento de la oposición con el Presupuesto puede volverse menos duro. Habrá discusión, pero es poco probable que traben la rueda. El frente que queda abierto y seguirá desafiando al Gobierno es el social.














