

¿Estamos frente a una revolución imparable que dejará a millones sin empleo?
¿Es la inteligencia artificial una amenaza silenciosa que avanza sin freno... o una oportunidad disfrazada de miedo?
En los últimos meses, no hay semana sin titulares alarmantes: "La IA eliminará millones de puestos", "El futuro laboral está en riesgo". El temor vende, y el periodismo lo sabe. Pero... ¿cuánto hay de verdad detrás de esa ansiedad colectiva?

Detengámonos un momento.
¿Qué pasaría si te dijera que la IA no solo reemplaza tareas, sino que también puede hacerte mejor en las tuyas?
¿Qué pasaría si te dijera que su impacto no es necesariamente el de una guadaña, sino el de un amplificador?
Hay dos grandes campos de aplicación de la IA en las empresas. Por un lado, como herramienta para hacer mejor y más rápidamente la tarea cotidiana de cada persona. Esto es fundamentalmente el uso de Chat GPT y similares. Es una ayuda para redactar mejor y más rápidamente, hacer presentaciones y planes, preparar reuniones, etc. Estoy seguro que puede ahorrar como mínimo dos horas diarias. Por lo tanto la mayoría de las empresas que logren incorporar la IA de forma generalizada en sus empleados, probablemente sí a la larga reducirán su dotación, pero no al nivel que muchos imaginan, porque por un buen rato esta mejora de eficiencia, sumada al trabajo remoto, hará que la ganancia en eficiencia sea en puro beneficio del empleado. Al menos hasta que se encuentren métodos de medir la productividad más eficientemente...y se apliquen. En este caso, la eficiencia que puede aportar supera cómodamente el 20%, pero esa ganancia no implica despidos masivos. Puede implicar, en cambio, una redistribución inteligente de recursos, una transformación de roles y un aumento de productividad. Los líderes comenzarán a exigir el uso de IA antes de permitir el reemplazo de gente que se va o nuevas incorporaciones, lo que a la larga, sí dejará gente liberada en búsqueda de nuevas ocupaciones.
Pero aquí surge una nueva pregunta:
Si la tecnología ya está disponible... ¿cuál es la barrera para que todas las organizaciones la aprovechen ?

Es el conflicto que se genera en el proceso de aprendizaje por parte de las personas. Los líderes están ocupados día a día enfrentando los grandes problemas cotidianos. Las personas individuales se sienten torpes durante el proceso de aprendizaje. Es como poner un teléfono moderno a disposición de una tribu primitiva. No le sacarán el jugo, ni lo verán como necesario. Porque no alcanza con la herramienta. Se necesita algo que trabaje sobre el cerebro humano generando motivación y aprendizaje. El entusiasmo por innovar colectivamente, es un tema de cultura y de liderazgo. Y por otro lado, la posibilidad de innovar sin sufrir, es una ayuda que minimice las frustraciones de todo proceso de aprendizaje. Para eso propongo un rol clave, casi inédito hasta ahora: el entrenador personal digital.
Una figura que se acerque a cada persona del equipo, unas horas por semana, para ayudarla a descubrir cómo aplicar la IA en su trabajo, para compartir buenas prácticas y para crear nuevos hábitos digitales. Este acompañamiento cercano no solo acelera la adopción: la hace real, funcional y contagiosa. Y claro, debe estar enmarcada por principios de seguridad, ética y sentido común.
Bueno, es un tema de edad. Yo sí lo recuerdo. Muchos pensaban que acabaría con los empleos administrativos. Y sin embargo, lo que ocurrió fue muy distinto. Emergieron desarrolladores, analistas, expertos en datos, diseñadores de producto... Profesiones que ni existían antes. Millones de personas en todo el mundo trabajan en eso, y ganan mejor que antes. Lo mismo está ocurriendo ahora con la IA. Ya miles de personas que hace unos años tenían roles convencionales, hoy crean o alimentan aplicaciones de inteligencia artificial que son proliferan. Posiblemente el rol del Personal Trainer digital incluya conocer muchas de ellas. Y estamos viendo solo la punta del iceberg. Vas a tener que usar la IA para identificar nuevos usos de la IA.
Entonces, la pregunta ya no es si la IA va a eliminar el trabajo.
La verdadera pregunta es: ¿vos vas a estar del lado del cambio... o del lado que lo ve pasar?
Porque para mantenerse vigente no hace falta volverse un programador. No todos deben saber cómo funciona un algoritmo por dentro. Pero sí se vuelve imprescindible elevar el "coeficiente digital", entender cómo usar las herramientas, qué pueden aportar, y qué conviene delegar en ellas. Como con un taladro: no necesitás saber fabricarlo, pero sí usarlo. Lo que no se puede, es seguir haciendo agujeros con martillo y un punzón.
Para quienes trabajan, este momento es una puerta abierta para diferenciarse y hacerse más empleable.
Para las empresas, es la oportunidad de obtener una ventaja competitiva a desarrollar frente a la competencia.
Y para los líderes, presenta una encrucijada decisiva. Muchos de ellos tienen aún por delante veinte o treinta años de vida laboral activa. La velocidad con la que adopten la IA puede marcar la diferencia entre quedar rezagados o convertirse en referentes. Y para ellos hay una oportunidad de lucirse en su responsabilidad gerencial que no se puede delegar: impulsar desde hoy mismo la transformación de sus equipos. No esperar que "baje la orden" desde una casa matriz o que alguien diga por dónde empezar, sino convertirse en líderes admirados por impulsar el cambio positivo. La revolución digital ya está en marcha, y avanza a pasos agigantados. Este cambio no puede ser burocrático. Tiene que ser estratégico. Para el negocio. Para la carrera. Para el futuro.
No ganarán los que esperen a que todo esté claro. Ganarán los que se atrevan a liderar en la niebla.
Y en este nuevo mapa, la audacia no es un valor agregado: es una necesidad.














