

Hace pocos días el Congreso de la Nación aprobó el acuerdo con el Fondo Monetario para refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares que Argentina tiene con ese organismo.
Es dable destacar que esa deuda solo alcanza al 15% del total del endeudamiento argentino y es la más barata de las que tiene contraída el país. Por ello, seguir insistiendo que el problema de la deuda es ese empréstito contraído por el gobierno de Mauricio Macri es otro de los tantos relatos falaces de la politiquería argentina.
Lo cierto es que esta reestructuración extiende los plazos a diez años y los pagos comenzaran dentro de cuatro años. Se establece además una revisión trimestral para supervisar el cumplimiento de las metas fijadas en el acuerdo.
Asimismo, el Gobierno se comprometió a lograr un crecimiento de la economía de entre el 3.5 y 4.5% del PBI para el corriente año y una reducción del déficit fiscal primario hasta llegar al equilibrio fiscal desde 2025 y lograr un superávit fiscal del 1.5% del PBI y sostenerlo en el tiempo desde entonces.
El presidente de la República, Dr. Alberto Fernández en su mensaje del 1 de Marzo ante la Asamblea Legislativa se comprometió a no hacer las reformas estructurales que son necesarias para el cumplimiento de los compromisos asumidos y por estas horas se anuncian nuevas medidas que por ser las de siempre no tienen nada de novedoso.
Nuevamente se recurre a las regulaciones, controles y por supuesto mayor presión tributaria al ya castigado aparato productivo, en especial a la "gallina de los huevos de oro" que es el campo argentino.
Así como están plateadas las cosas podemos afirmar que sin las reformas necesarias Argentina no sólo incumplirá el acuerdo con el FMI, sino que no podrá resolver los recurrentes problemas que el país arrastra en su economía y mucho menos ganar la "guerra contra la i inflación".
Hay ejemplos de países que han encaminado sus problemas económicos y de endeudamiento de la única forma que la ciencia y el sentido común lo indica. Aunque en el caso de Portugal se lo quiere tergiversar ocultando la verdad.
El gobierno portugués a cargo del Partido Socialista implemento medidas de austeridad que incluyeron la reducción de los salarios de la administración pública y otros recortes en el gasto y paralización de la obra pública. A pesar de este esfuerzo en el primer trimestre del 2011, Portugal asumía ante la Unión Europea y el FMI que necesitaba ayuda. La cuenta del socorro llegaba a los 78 mil millones de euros.
Llega las elecciones y el Partido Socialista pierde. Asume el poder el Partido Socialdemócrata, cuya mayor responsabilidad fue ejecutar el acuerdo con los acreedores, poner orden a las cuentas públicas y bajar el déficit público que equivalía al 11,2% del PBI.
Al estar Portugal en la zona del euro y no poder devaluar la moneda, el ajuste se realizó principalmente profundizando la reducción del gasto público, desregulaciones, y privatizando muchas de las empresas públicas altamente deficitarias.
El clima económico global era tormentoso. La existencia del euro parecía en riesgo, hasta que el presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, actual primer ministro de Italia, decide inyectar dinero en la economía, en particular mediante la adquisición de títulos de la deuda pública soberana: La economía europea comenzó a respirar y a crecer nuevamente.
En el año 2014 termina el duro rescate de la deuda portuguesa. El gobierno de Passos Coelho había logrado reducir el déficit fiscal al 4,5% del PBI y puso en orden las cuentas públicas. El año siguiente se celebran elecciones y el Partido Social Demócrata gana las elecciones en alianza con otra agrupación de centro derecha con el 38 %, pero no logra mayoría parlamentaria para formar gobierno.
En ese momento nace una alianza inédita. Encabezada por el Partido Socialista que había salido segundo en las elecciones con el 28%, su líder y actual primer ministro, Antonio Costa con el respaldo de diputados de los partidos de izquierda: Partido Comunista Portugués y Bloque de Izquierda viabilizaron la formación de un Poder Ejecutivo liderado por los socialistas, dando nacimiento a lo que se llamará después la "via portuguesa".
En este tiempo, la situación de los países de la Unión Europea están en una mejor posición económica, todos creciendo y la mayorá de ellos socios comerciales de Portugal que destina más del 70% de su producción hacia esos países, más el resultado de la acción del Banco Central Europeo, el país podría emitir deuda con intereses históricamente bajos, lo que se tradujo en créditos baratos para las empresa y sobre todo para la economía de las familias que pudieron acceder a créditos a largo plazo para la compra de propiedades, automóviles y artículos del hogar.
Otro importante indicador positivo se pudo observar en el sector del turismo. A raíz de las revueltas de la "primavera árabe", muchos turistas intercambiaron el norte de África por Portugal, llegando a recibir casi 25 millones de turistas por año. Un "boom "del sector de permanente crecimiento de visitas generando divisas y empleos, solo paralizado en este momento por la pandemia y crisis sanitaria.
El gobierno del primer ministro socialista Antonio Costa se mantuvo firme en la política de austeridad, mantuvo en equilibrio las cuentas fiscales y la coyuntura europea aceleró la recuperación de la economía portuguesa, que logró crecer por encima de la media europea.
Al mismo tiempo le permitió bajar el déficit hasta reducirlo a cero. Aunque no está más decir que tampoco creció el nivel de inversión pública, ni la reducción de la deuda pública que se encuentra alrededor del 133% de su PBI. El sector privado recibió inversiones extranjeras de importancia, debido al bajo costo de la mano de obra, de algunos países europeos, de las antiguas colonias portuguesas y sobre todo de China.
En definitiva, la verdad de la salida a la portuguesa se realizó porque hubo un comportamiento de cuidado de las finanzas públicas, austeridad, tasas de interés que no supera el 2% de interés del servicio de la deuda.
La imposibilidad de emitir moneda y para cualquier decisión macroeconómica no le queda otro remedio que recurrir al crédito externo y lo único que el gobierno socialista hizo como gesto expansivo de la economía fue restituir una parte del salario a los empleados estatales y el gesto simbólico de aumentar el salario mínimo que lo fijo por debajo de los ingresos que perciben los portugueses. La cultura política de Portugal, el comportamiento de unos y otros ayudan a la convivencia civilizada.
Si argentina quiere realmente resolver los problemas debe asumir responsablemente la cuestión del déficit fiscal, reducir el costo del gasto público. Ajustar la política, encarar con valentía una reforma laboral que termine con los privilegios corporativos. Apelar a la austeridad republicana, diseñar políticas de estado que tienda no a la construcción de poder, sino a resolver los dramas que padece la sociedad argentina.
La mayoría de los argentinos vive con ingresos fijos y la inflación le carcome los bolsillos todos los días. Portugal pudo, aunque no tiene todo resuelto, pero es un ejemplo para seguir mirando la década entera y no sólo los últimos años. Lo demás es relato.










