

Los mercados financieros, sin importar de cuáles estemos hablando, por naturaleza son cíclicos y los participantes, es decir quienes tomamos decisiones de compra y venta, somos ciclotímicos. Esto explica por qué los precios suelen tener tendencias aleatorias en el transcurso de un tiempo determinado, al mismo tiempo que sus participantes suelen sufrir cambios de humor y cambios de expectativas, según sea la tendencia que predomine en el momento.
Esta ciclicidad de los mercados y ciclotimia de los participantes genera patrones de comportamiento en los precios y permite desde el análisis técnico poder hacer una lectura e interpretación más objetiva de lo que está ocurriendo en el mercado, filtrando de esta forma todo tipo de detonante o ruido, ya que en definitiva se trabaja sobre precios operados en el mercado que ya tienen inherente dicha información.
A partir de lo comentado es que podemos “explicar por qué los activos argentinos han pasado de estar entre los más atractivos y de mayor retorno hacia comienzos del años 2018 a ser, a finales del mismo año, de los activos con mayor riesgo y con pérdidas más acentuadas. También podemos entender por qué pasamos de un enero 2019 pujante y prometedor, con rendimientos en acciones y bonos realmente interesantes, a un febrero 2019 confuso y un inicio de marzo 2019 con mayores dudas aún, incluso con desconcierto y temor.
Del mismo modo en que la subida de precios genera estímulo comprador y expectativas alcistas en los participantes, la caída genera estímulo vendedor y expectativas negativas. Sin embargo, no existe en los mercados financieros un modelo de análisis que dé certeza de lo que vendrá; mantener un equilibrio emocional al momento de tomar decisiones resulta clave.
Hace algunas semanas, desde esta columna expusimos nuestra proyección de mediano plazo para la bolsa argentina y el índice S&P Merval en particular, en la que mencionábamos que, desde nuestra lectura analítica, el piso conseguido por el índice en agosto pasado resultaba importante y en la medida que no se quebrara, más allá de la volatilidad de corto plazo, las expectativas de fondo eran optimistas.
Las bajas de las últimas semanas no modifican nuestra lectura optimista de fondo, aunque sí obligan a elevar el nivel de cautela y atención a corto plazo.
Con el ruido que genera la baja de precios, especialmente en un año electoral, repasamos cuál había sido el accionar de la bolsa argentina antes de la última elección presidencial del año 2015... y encontramos cierta armonía en el accionar de los precios que si bien no significa que el mercado vaya a replicar las mismas condiciones, muestra un antecedente a tener en cuenta.
El patrón de comportamiento de la Bolsa argentina antes de las elecciones 2015
Como se observa en la gráfica adjunta, partiendo de los pisos conseguidos a mediados del año 2014 en torno a la zona de u$s 650-630 de índice, se observa una primera recuperación de importancia del mercado hacia el mes de agosto de ese año hacia niveles de u$s 900-950, desde donde se origina una nueva e importancia reversión bajista que, con un período de volatilidad y mucha indefinición intermedia, termina alcanzando hacia diciembre del 2014 mínimos otra vez en torno a la zona de u$s 650-630.
A partir de estos mínimos se inicia un importante movimiento de avance para la bolsa argentina que se extiende hacia instancias de u$s 1000 hacia el primer cuatrimestre del año electoral 2015, para desde entonces volver a ceder posiciones y regresar pocos meses más tarde hacia instancias de mínimos previos de u$s 700-650. Y a partir de septiembre del 2015 se inicia un nuevo segmento de subida que termina en diciembre con la asunción del nuevo presidente.

Al repasar el accionar del índice S&P Merval en dólares desde los pisos conseguidos en agosto del pasado año 2018 a la fecha, se observa un comportamiento que guarda cierta armonía con lo ocurrido en el año 2014.
Desde mínimos en torno a los u$s 660 dólares, el índice tuvo una importante recuperación hacia septiembre y octubre que llevó la cotización hacia instancias de u$s 900-950, replicando el movimiento de subida de la segunda mitad del año 2014.
Tras esa recuperación, llamativamente o no, hay otro patrón similar, con una fuerte caída del índice que termina por llevar los precios a instancias de u$s 700 y que hace piso justamente en diciembre del año 2018, al igual que lo ocurrido en el año 2014.
A partir de esos mínimos de diciembre, se inicia una nueva escalada alcista hacia instancias de máximos de comienzos de febrero pasado, alcanzando niveles de u$s 1000, tal cual ocurrió a comienzos del año 2015, para finalmente desde allí habilitar una nueva fase de caída, que es la que se encuentra actualmente en curso.
Definitivamente no sabemos si esta armonía en el comportamiento del índice permanecerá hacia los próximos meses, sin embargo es irrefutable que guarda total coincidencia en tiempos y en magnitudes, con lo ocurrido en este mismo mercado previo a las elecciones presidenciales del año 2015.
Si sigue replicándose el patrón, lo que resta del presente año 2018 será de mucha volatilidad y, por consiguiente, de mucha ciclotimia con la que el inversor deberá convivir. En cualquier caso, desde el lado técnico sostenemos que será clave saber diferenciar los análisis en los diferentes marcos temporales y del mismo modo que se reconoce que la toma de decisión a corto plazo se muestra confusa, en la medida que estos idas y vuelta en los precios no alteren los parámetros establecidos a mediano plazo en el análisis, como ser un quiebre de los mínimos del pasado año 2018 en los 660-650 dólares, entonces nuestro escenario alcista de mediano a largo plazo para el mercado permanecerá vigente.
Veremos…













