El dato de inflación de agosto trajo calma: 1,9%, por debajo de lo esperado. Sin embargo, tras el resultado de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, los mercados respondieron de otra manera. Bonos en dólares cayendo más de 9%, el Merval retrocediendo más de 12% y el riesgo país escalando por encima de los 1.000 puntos.

Hoy los inversores prestan más atención a los posibles escenarios futuros que a los indicadores. La curva de deuda en pesos refleja esa tensión: con vencimientos por más de $7 billones, el desafío no es solo técnico. En este escenario, cada licitación se convierte en una prueba que, acompañado por la baja de tasas que implementó el BCRA, incrementa la presión sobre el dólar y otros activos.

El calendario electoral añade otra capa de incertidumbre. Más allá del resultado puntual de una elección, lo que está en juego es si el mercado puede anticipar un rumbo claro hacia octubre y después. En ese vacío de certezas, los precios de los activos se mueven más por percepciones que por fundamentos.

Lo que está en juego es si el mercado puede anticipar un rumbo claro hacia octubre y después. (Fuente: Archivo)
Lo que está en juego es si el mercado puede anticipar un rumbo claro hacia octubre y después. (Fuente: Archivo)

Las expectativas refuerzan esa lectura. El REM proyecta una inflación anual de 28,5%, con un sendero mensual por debajo del 2%, mientras que el mercado descuenta una inflación breakeven de 32,5% para 2025. Lo que refleja que los inversores todavía exigen una prima de cobertura. Al mismo tiempo, la TAMAR se disparó a 54,8% TNA en septiembre, lo que equivale a un costo financiero efectivo del 4,5% mensual. En otras palabras: los precios parecen contenidos, pero las tasas y el riesgo país cuentan otra historia.

Para los inversores, el desafío es evitar la reacción instintiva y diseñar estrategias que resistan la volatilidad. Eso significa mantener liquidez, limitar la exposición en tramos largos de deuda y combinar instrumentos que otorguen cobertura frente a shocks cambiarios. La diferencia entre una cartera sólida y una vulnerable no depende de adivinar el próximo dato de coyuntura, sino de anticipar cómo reacciona el mercado frente a shocks de confianza.

En definitiva, los números importan, pero lo que manda es la credibilidad. Y mientras esa variable siga en duda, la volatilidad será el idioma de los mercados.