El giro a la derecha de la política occidental es una tendencia clara y marcada en la tercera década del siglo XXI.
La elección presidencial de los Estados Unidos tiene lugar en noviembre de 2024. Si bien todo puede cambiar, Donald Trump encabeza las encuestas sobre Joe Biden. En las primarias de su partido, el ex presidente republicano supera por casi treinta puntos a su rival, Ron De Santis.
Pasando a Europa, España, que va a elecciones el 23 de julio, podría quedar en manos de una alianza entre la centroderecha del Partido Popular (PP) y la ultraderecha de VOX, si bien una alianza entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Sumar descuenta ventaja.
En Alemania, el partido de ultraderecha Afirmación por Alemania (que algunos acusan de neonazi) ganó sus dos primeras comunas. Tiene el 30% de intención de voto en el estado de Turingia y el 20% a nivel nacional.
En el curso de este año ha ganado la derecha nacionalista en Italia y en Grecia la centroderecha. Incluso la ultraderecha ha formado gobierno en Finlandia y Suecia. En Francia, los disturbios violentos de origen racial están acentuando el giro a la derecha populista que mostró la elección presidencial hace unos meses, en la que Marie Le Pen hizo la mejor elección de su partido.
América latina se debate entre el predominio de los gobiernos de centroizquierda y una incipiente reacción de la derecha, que se ha puesto en evidencia en los referéndums de Chile para la reforma constitucional y el eventual triunfo de Juntos por el Cambio (JxC) en Argentina.
En nuestro país, el cierre de listas y las encuestas subsiguientes dejaron en términos ideológicos un claro corrimiento hacia la derecha respecto a las últimas elecciones. Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich compitiendo por la candidatura presidencial de JxC, Sergio Massa por el peronismo y Javier Milei por la ultraderecha, dejan un cuadro ideológico en el cual los cuatro primeros candidatos se ubican del centro a la derecha.
Milei es claramente una versión argentina de Trump, Jair Bolsonaro y el partido VOX español.Bullrich representa una centroderecha conservadora que puede asimilarse al PP español, e incluso a la coalición de derecha nacionalista que en Italia lidera Georgia Meloni. Larreta representa un proyecto de centro, con algún toque socialdemócrata, que podría representar el espacio de Emmanuel Macron en Francia. A Massa es difícil reconocerle afinidades claras en la política europea. Algunos le encuentran similitudes con el ala moderada del partido demócrata estadounidense que representa Biden.
Entre estos cuatro candidatos a presidente se inclinará en las PASO más del 90% de los votos totales, en un espectro que va del centro a la ultraderecha.
Pero el peronismo es un fenómeno político complejo y difícil de entender en el concierto de las fuerzas políticas dominantes en el mundo occidental. Tiene una histórica actitud de girar de la derecha a la izquierda, como pasó en los últimos cuarenta años de democracia, con Carlos Menem primero y Néstor Kirchner después.
En el caso del peronismo, hay matices que atenúan el giro al centroderecha.
El primero de ellos es el candidato a vicepresidente, Agustín Rossi. Puede ser definido hoy como un hombre de centroizquierda moderada. Otro es el jefe de campaña que ha designado Unión por la Patria (UP). Se trata del ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, enrolado en los sectores progresistas del kirchnerismo.
Se suma a ello quien competirá en las PASO con la fórmula Massa-Rossi. Se trata del líder piquetero Juan Grabois, que lleva como candidata a vicepresidenta a Paula Abal Medina, que representa a los sectores ideológicamente más radicalizados del peronismo en este momento.
El apoyo de la CGT y los gobernadores representando al peronismo tradicional, refuerzan el giro centrista que implica la candidatura de Massa en el peronismo. Pero a su vez, gran parte de los movimientos sociales kirchneristas, como es el caso del Evita, apoyan la fórmula de Massa.
Más allá del cambio políticoideológico, este escenario político tiene incidencia en la economía y es bien visto por los empresarios y los mercados. Massa, Larreta y Bullrich son tres figuras políticas que no generan temor en quienes toman decisiones, como sí lo ocasionaría una eventual presidencia de Milei, dadas las características de sus anuncios y las dudas sobre su gobernabilidad. Los candidatos que podrían ser denominados de izquierda, que son las dos fórmulas presentadas por el trotskismo y la de Juan Grabois dentro de UP, sumados no alcanzarían al 10% de los votos.
Desde el punto de vista internacional, la pugna entre EE.UU. y China es hoy la cuestión central para la Argentina, que se encuentra en un momento económico crítico. Sin embargo, esta perspectiva electoral no parece preocupar a ninguna de las dos grandes potencias. Se da una circunstancia singular en el campo internacional: aproximadamente dos tercios del total prestado en el mundo por el FMI (donde EE.UU. es el accionista más importante) ha sido destinado a la Argentina, país que tiene casi la mitad de sus reservas en yuanes.
Tanto Washington como Beijing han coincidido en la conveniencia del uso de la moneda china para evitar un default de Argentina. Esto sucede cuando la prioridad del gobierno chino es promover la desdolarización de la economía internacional y la de EE.UU. impedirlo.
En conclusión, los candidatos a presidente que competirán en las PASO del 13 de agosto de 2023 muestran en conjunto un corrimiento a la derecha en amplitud y profundidad realmente singular, que va en la misma línea de la tendencia predominante en el mundo occidental, incluyendo en él a América Latina, donde comienza a darse un giro en la misma dirección tras tres años de triunfos de centroizquierda en sus diversos matices.