El colapso del dólar nos acompañará por el resto de nuestras vidas. La coyuntura actual es ácidamente evidente y se resume en un paradigma muy sencillo: el mundo entero es monetariamente licuatorio y esta realidad obliga al administrador de carteras a reconocer la permanente depreciación del dólar norteamericano contra activos reales (acciones, commodities, real estate, pochoclo) que obliga, a su vez, a la permanente compra de activos financieros para evitarla, muy a pesar de su volatilidad, la cual no es para nada trivial. Esta realidad refleja lo perverso del equilibrio al que nos lleva la Reserva Federal en el sentido que, para evitar la licuación que dicho organismo propone, el mundo entero debe asumir riesgo permanentemente, aspecto que sesga toda estrategia de construcción de cartera hacia un posicionamiento en activos reflacionantes muy por encima del óptimo. Esta siniestra historia monetaria comienza en septiembre de 2008 cuando, ante la diarrea mundial que había ocasionado la quiebra de Lehman Brothers, la Reserva Federal decide implementar por primera vez en su historia QE (Flexibilización Cuantitativa) que, en criollo, significa la brutal emisión de dólares contra la compra de activos financieros. Desde los mínimos de la crisis del 2008, ocurridos en marzo de 2009, elNasdaq supera ya el 2.000% de retorno acumulado. Fuera de cualquier moneda papel y comprados activos en reflacionantes por obligación: si un inversor se queda sentado en liquidez de cualquier moneda "lo licúan", es así de simple. Los bancos centrales obligan a estar comprados en riesgo todo el tiempo. La volatilidad es el costo a pagar para evitar la licuación del dólar y la licuación es el precio a pagar por dormir tranquilo. La construcción de un portfolio diversificado en activos reflacionantes es una permanente obligación y lo viene siendo desde septiembre 2008, cuando la quiebra de Lehman obliga a la Fed a articular QE1, evento que cambió al paradigma de los mercados financieros para siempre y sin retorno posible. Bajo este contexto de estar obligados a estar comprados todo el tiempo, viene siendo un muy buen año hasta el momento para el mercado de acciones a nivel mundial. Tanto Estados Unidos, como Europa y la generalidad de países emergentes muestran una notable positividad en sus retornos de 2025. Lejos queda un Merval que todavía debe demostrarle a Wall Street que los libertarios podrán convalidar una convincente elección en octubre 2025. El trauma del evento "Alberto vs Mauricio" en las PASO 2019 sigue muy abierto en la memoria de los flaquitos que operan Argentina desde New York sin saber si quiera donde queda el Obelisco. De esta manera, el gran underperformer del mercado mundial de acciones ha sido, hasta el momento, el Merval de Argentina. El resto del mundo sigue a pura reflación, huyendo desesperadamente de la licuación intencional y sistemática del dólar norteamericano. En estas últimas semanas, se viene dando "el rally del todo", en el sentido que los distintos componentes del mercado accionario han subido muy contundentemente. Frente a esta realidad, el mercado de acciones de Estados Unidos vuelve a quedar aparentemente caro respecto a otros mercados y, por lo tanto, no sorprendería que en materia de trades relativos se vuelva a instaurar una tendencia iniciada desde comienzo de este 2025: short lo caro y long lo barato. El escenario base sigue siendo altamente licuatorio y, por lo tanto, obligadamente reflacionante: estar comprados en activos de riesgo no es una opción, sino una irónica obligación. Moraleja: construir una cartera reflacionante diversificada queda como obligación ineludible. Pareciera que la liquidez en cualquier moneda papel es la peor posición posible debido a que la Fed ha llevado al planeta entero a una toma de riesgo muy por encima del óptimo de Markowitz y no existe escapatoria posible. Peronismo en inglés.