

Ayer renunció Carlos Fayt. Después de 32 años como Juez de la Corte Suprema y tras haber intervenido en muchísimas sentencias trascendentales, ha decidido jubilarse. Lo ha decidido él, sin obedecer a nadie.
Pero además de las formalidades, es notorio que tantísimos años de una actividad profesional, docente y judicial ejemplar, están teniendo un epílogo digno de su admirable carrera, porque en estos últimos tiempos Carlos Fayt fue una de las columnas que mantuvieron la independencia del sistema judicial argentino. Probablemente fue la columna principal, porque nos ha dado a todos el ejemplo de su entereza, seriedad, coraje, discreción, agudeza e inteligencia. Ni más, ni menos.
Contra todos los intentos y presiones del Poder Ejecutivo y de sus obedientes seguidores en el Poder Legislativo, Carlos Fayt se mantuvo a la altura de lo que es, un digno integrante de la cabeza del Poder Judicial, como la Constitución llama a la Corte.
Nos demostró a todos, no con meras palabras sino con actos concretos, lo que es la dignidad, el valor y la fortaleza, que no dependen de los músculos ni de la capacidad atlética, sino de la voluntad, de una cabeza lúcida y de un corazón valiente.
En su brevísima renuncia, el Juez Fayt ha dicho mucho. Nos ha enseñado lo que es ser un juez, a todos, incluída la Presidente y los que creyeron que lo asustarían agraviándolo. Su carta es formal y respetuosa como debemos ser quienes creemos en los beneficios de la civilización, de la educación, del diálogo y de las instituciones.
Es curioso que tantos años se coronen con unas breves 53 palabras. Pero bien mirado, es lógico y coherente con una personalidad como la de Fayt. En sus 7 renglones, dijo todo lo que había que decir. Dijo que los jueces independientes existían desde antes y existirán después de cada grupo político en el poder, que demasiadas veces en la historia de nuestro país y sobre todo en estos últimos años, han creído que el Estado y el país les pertenecen.
Dijo que los jueces independientes no discursean ni sobreactúan: son la última palabra de interpretación y aplicación de la Constitución y de las leyes. Dijo que los jueces independientes se hacen respetar por todos y en primer lugar, por los otros poderes del Estado.
Dijo que los jueces independientes no obedecen a los poderosos, sino a su conciencia y a la Constitución.
Políticamente, la escueta carta de Fayt demuestra que el kirchnerismo terminará sus largos 12 años de un poder casi omnímodo, sin haber podido doblegar a un hombre que estaba en la Corte antes y estará después de ellos, aunque sea un solo día.
Esa enseñanza debe ser suficiente para que quienes generacionalmente heredemos la responsabilidad de gobernar desde el poder o desde la oposición, sepamos que vivimos en un país cuya seriedad y futuro no dependen de otros, sino de nosotros. Ojalá que quienes lleguen a la Co rte cuando se cubran sus vacantes, sean dignos sucesores de Carlos Fayt, el Juez.












