Aunque todavía falta mucho por andar, hasta ahora todo indica que por primera vez la justicia de los mortales acaba de asestarle un durísimo golpe a uno de los entes autónomos comerciales más impunes e intocables de la historia contemporánea de la humanidad, y en nada menos que su propio reducto de Zurich. Se trata nada menos que de la FIFA, la entidad encargada de administrar, organizar y mercantilizar todo lo que gira en torno al deporte profesional más importante del mundo, el Olimpo donde habitan los verdaderos Dioses del fútbol.
Hasta la fecha, nada ni nadie habían podido hacer mella real en un organismo siempre sospechado de irregularidades que decide, por ejemplo, dónde se van a jugar las codiciadas Copas del Mundo, eventos en torno a los cuales se mueven miles de millones de dólares provenientes de arcas estatales y privadas, prácticamente sin ningún control, y que justamente en este momento tenía en el ojo de la tormenta las adjudicaciones de Rusia 2018 y Qatar 2022, dos de los países más ricos del planeta.

El escándalo incluye los nombres de algunos de los pesos más pesados y legendarios integrantes de la Federación, como el uruguayo Eugenio Figueredo (83) y el paraguayo Nicolás Leoz (86), sendos presidentes de la CONMEBOL y trascendentes dirigentes sudamericanos junto al fallecido y también implicado Julio Grondona desde casi el principio de los tiempos. Pero, ¿qué fue lo que ocurrió? ¿cómo fue que pasó esto en la previa de las elecciones para ratificar o elegir al sucesor de Joseph "Zeus" Blatter?

En principio, en una escena digna de una película de gángsters de Martin Scorsese, un importante "arrepentido" a cambio de reducción de penas (de varios que tiene el caso) grabó varias charlas entre funcionarios de la FIFA con micrófonos ocultos. Y así, como le gusta y nos tiene acostumbrados, el FBI, esperó a tener a todos los implicados juntos en Suiza, y arrestaron a los más comprometidos.

¿Por qué finalmente la impenetrable organización tuvo su increíble "Maracanazo"? Porque el tema no daba para más, ya se hacía más que obvio y se desbordaba por todas partes. Porque el fútbol se convirtió en un negocio de proporciones inimaginables en otros tiempos del que ahora todos quieren participar, y sólo unos pocos tienen la posibilidad, siempre y cuando arreglaran condiciones con los eternos dueños de la pelota.

Porque las sospechosas adjudicaciones a Rusia y a Qatar de los próximos Mundiales dejaron muchos heridos poderosos y resentidos en el camino, y básicamente porque esta vez alguien se equivocó y movió mucha plata en los Estados Unidos sin poder justificarla. Por varias cuestiones vinculadas con la seguridad nacional, como la lucha contra el narcotráfico o el terrorismo, en ese país están muy atentos a las operaciones de lavado de dinero, con lo que una vez encontrada la punta del hilo no fue muy difícil después desenredar la madeja.