

En la era de la inteligencia artificial, los data centers ya no son un lujo técnico, son la columna vertebral del mundo digital. Cada modelo, cada entrenamiento de IA, cada nube de datos depende de salas repletas de servidores encendidos constantemente. Sin tener masivamente datos a disposición no habrá ni IA, ni robótica, ni computación cuántica.
Pero ese poder de los datos tiene un costo: energía, calor y enormes demandas térmicas. Si la infraestructura que da soporte a la IA no evoluciona hacia la sustentabilidad, el futuro puede estar en entredicho.
Hoy, los centros de datos consumen globalmente entre el 1 % y 2 % de la electricidad mundial. Pero ese porcentaje está destinado a crecer exponencialmente. Estimaciones recientes de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) proyectan que, para 2030, el consumo global de electricidad de estos centros podría alcanzar los 945 TWh al año, más del doble que en 2024.
Algunos analistas advierten que la presión puede incluso quintuplicarse hacia 2040 si no se adoptan cambios estructurales. Esto no es un simple dato técnico: significa una demanda masiva de electricidad, una carga creciente sobre redes energéticas ya saturadas, y un desafío ambiental global.
Clima y refrigeración, la clave para ser sustentables
No bastará con alimentar los servidores, ya que mantenerlos activos implica moderar enormes cantidades de calor. Cada rack de servidores, al procesar datos intensivos, genera energía térmica que, de no ser gestionada, puede provocar fallos, interrupciones e incluso riesgos físicos.
De allí la importancia de la refrigeración, los sistemas tradicionales de aire acondicionado consumen gran parte de la energía total del data center. Pero ya no alcanza con métodos convencionales.
El “free cooling” (aprovechar aire externo), la refrigeración líquida directa al chip, y diseños eficientes de pasillos fríos/calientes se perfilan como los nuevos estándares que deberán utilizarse en combinación para hacer posible el enfriamiento. El 70% del calor se puede extraer con refrigeración líquida pero el 30% remanente será por aire. En otras palabras se deben usar todas las estrategias.

Todo esto impactará en la eficiencia energética, en la huella de carbono, en la viabilidad operativa y en la sostenibilidad ambiental. Un data center de IA que no priorice su gestión térmica se condena a ser insostenible. Y aquí emerge el lema de la sustentabilidad, no por marketing o publicidad, sino por necesidad real.
La emergencia climática y la crisis energética mundial convierten a los data centers en actores clave del futuro sustentable. Los convierten buscando eficiencia operativa, continuidad de servicio y seguridad. La eficiencia energética requiere sistemas inteligentes de refrigeración para garantizar la seguridad operativa.
En otros términos, para la propia subsistencia de la próxima generación de data centers de IA se necesitará ser sustentables. No es una concesión, es una obligación operativa.
Venimos de usar sólo la “Eficiencia del uso de la energía” (PUE por sus siglas en inglés Power Usage Effectiveness) como una métrica de eficiencia y ya adoptamos la “Eficiencia del uso de carbón” (CUE, Carbon Usage Effectiveness) y la “Eficiencia del uso del agua” (WUE, Water Usage Effectiveness) para tener una idea completa de sostenibilidad.
En ese contexto, los países y regiones de clima templado o frío, donde la refrigeración natural ayuda a mantener los centros operativos, pasan a jugar un papel clave, y Argentina está entre esos jugadores. A su vez, en las regiones cálidas como Texas, a pesar de ser un lugar muy escogido para los data center, la demanda de aire acondicionado y refrigeración se triplica, aumentando costos.
Allí, operar una granja de servidores sin diseño eficiente implica consumo extremo, precios energéticos elevados, y posiblemente impacto ambiental local. Para esos contextos, la apuesta debe ser hacia data centers construidos desde cero con energías renovables, con sistemas de enfriamiento híbrido y gestión térmica de última generación.
La inteligencia artificial ya no es una promesa futura, es presente. Pero su sostenibilidad depende de la infraestructura que la soporte. Si queremos que la IA sea parte del futuro, los data centers que la sostengan deberán nacer eficientes y sustentables adoptando la mejor tecnología disponible y operar con nuevos estándares de sustentabilidad.















