Cuando el día 4 de noviembre 2025 los habitantes de la Ciudad de Nueva York se despertaron su mundo había cambiado. En medio de la era Trump, habían elegido un intendente nacido en el extranjero, musulmán, inmigrante y socialista con intereses en África.

El 7 de noviembre el presidente de Argentina, un libertario puro, enemigo declarado del socialismo visita la Americas Society en New York, un think tank liberal para proclamar las bondades del capitalismo y el libre mercado.

En el centro de la discusión política que ambos políticos plantean está qué es primero la distribución o la creación de riqueza.

Ambos han logrado triunfar a través de un proceso democrático que no puede objetarse por su transparencia. Su poder y el mandato recibido son legítimos. Ahora bien también sabemos que existen otros factores que tienen peso para determinar el éxito de una gestión. También sabemos que el carisma juega un factor preponderante a la hora de liderar un cambio. Ambos lideres parecen tenerlo, pero son muy diferentes. Ambos no son personajes que respondan al denominador común de un político en el marco social en donde han triunfado

Así como muchos dicen que el espectro político en Argentina se tiñó de violeta, el panorama político se tiñó de celeste en Estados Unidos, el color que distingue en estos años al partido Demócrata. Pero es dable advertir que esas tendencias pueden fácilmente cambiar en esta era de media comunicación en donde las lealtades a ideología o personas no existen.

Por ello es que ambos lideres buscaran adaptar sus modelos a través de alianzas y programas mixtos sin desvirtuar los mismos. ¿Podrán lograrlo o los modelos no admiten cambios? ¿Es un error? ¿No deberían hacer lo contrario? Esta duda estará presente hasta ver el resultado de las próximas elecciones en ambos países.