El detrás de escena del último refuerzo del cepo para bancos y empresas
Mientras se grita "viva la libertad carajo" en los actos de campaña, en el manejo del dólar la intervención está a la orden del día para evitar sobresaltos.
Cuando este martes el presidente Javier Milei cierre el encuentro anual que hace la Amcham -la Cámara Argentina de Comercio Argentino Estadounidense- se coronará un momento de total entusiasmo y adhesión del establishment con el rumbo de un gobierno promercado que acaba de ser ratificado en las urnas en la Ciudad de Buenos Aires, donde hasta desbancó al expresidente Mauricio Macri como referente de ese ideario en el país.
Sin embargo, toda la sintonía que reflejarán los discursos y los pasillos coincide con un momento en el que el Banco Central está decidido a cerrar todos los caminos que les permitan a las compañías hacerse de dólares por fuera del cepo que aún se mantiene.
Mientras se grita "viva la libertad carajo" en los actos de campaña, en el manejo del dólar la intervención está a la orden del día para evitar sobresaltos.
Todo comenzó cuando en el equipo económico empezaron a detectar que había bancos, como el Galicia y el Supervielle, que empezaron a ponerse muy activos en la emisión de Obligaciones Negociables, un instrumento con el que las compañías suelen financiar proyectos de inversión, pero que, en este caso, no pagaban intereses y cuyo principal atractivo era que se cancelaban a los seis meses en el exterior.
Una vía para saltear las restricciones aún vigentes que empezó a generar preocupación entre los técnicos del Gobierno. "No era fondeo ni préstamos genuinos, era una transacción de compra de dólares encubierta para aquellos que la regulación no se los permitía", explica una alta fuente del equipo económico.
Así llegó la decisión de extender el plazo mínimo de repago para ON en dólares. "Tuvieron que hacer uno de los tiempos de Vanoli o Marcó del Pont", dijeron en un banco importante donde recuerdan las épocas en la que durante gobiernos kirchneristas era habitual el cierre de pequeñas fugas sobre los controles vigentes.
Admiten que había una ventana "de esas que aparecen en tiempos de cepo" y que tiene sentido la nueva regulación. En el Central dicen que había "varios bancos en gateras para hacer lo mismo" e incluso apuntan a que también había empresas que "estaban siendo convencidas por otras entidades financieras".
"Lo que pasó es que, sin brecha, empezaron a buscar formas de saltarse las restricciones que sobreviven; si los controles que existen se vuelven un colador, entonces ponemos en riesgo el avance de las desregulaciones que planeamos", añadieron desde los despachos oficiales.
En un principio hubo llamados y contactos informales con los bancos, pero finalmente se optó por una norma. Esa es una parte del detrás de escena de la Comunicación "A" 8244, que amplió de seis a dieciocho meses el plazo mínimo que debe transcurrir entre la emisión de un título y la posibilidad de acceder al mercado libre de cambios (MLC) para el pago de vencimientos de capital.
Se trata de otra demostración de que, por un lado, están los principios generales de liberalización cambiaria y la diatriba contra el Estado, como se escuchó durante la campaña porteña y, por otro, la práctica de la administración, en especial de la política cambiaria.
El factor Bopreal
Pero, al mismo tiempo, había otra razón que empezaba a generar preocupación en los estrategas de la política económica: la baja atracción que está generado hasta ahora la preparación de una nueva serie del Bopreal, el bono que en esta oportunidad el Gobierno aspira a usar para patear en el tiempo el pago del stock de dividendos sin girar que tienen las multinacionales en la Argentina.
Si bien se permite acceder a dólares para mandar a las casas matrices los dividendos desde el año que viene, el día de la apertura del cepo para atesoramiento se informó que para todo lo que no se transfirió en los últimos años habría una nueva serie del título con el que se canceló parte de la deuda de los importadores a principios de 2024. La cuarta emisión. Pero pasaron cosas.
"Los bancos vieron el negocio de ofrecer ONs, que suscriban en pesos y que a los seis meses les den los dólares afuera, algo que rompía la capacidad del BCRA para ofrecer los bopreales", explica un financista que siguió de cerca la operatoria como asesor de muchas de estas firmas, y sentencia: "Por ahora no encontré ninguna empresa a la que le guste el Bopreal 4 para dividendos".
Las empresas acumulan el stock de dividendos en algunos casos en activos en pesos, con lo que el rulo de los bancos les resultaba una alternativa hasta que el Central la cortó, pero también hay fondos invertidos en bonos globales. "El BCRA les pide que los vendan contra pesos para suscribir los bopreales y les parece un chino", agrega.
En el Gobierno, a esta altura admiten que el Bopreal nunca es una alternativa "fácil", "porque es caro". "El que ahora quiere arriesgarse y tomar la estructura que ofrecen los bancos durante 18 meses, adelante", aseguran tras el cierre del hueco por el que se habían empezado a ir las divisas. Entonces, dicen, "es el Bopreal o seguir esperando".
La apuesta oficial para colocar el título en pesos contra la promesa de pagar dólares en unos años es parte de la estrategia para "secar" la plaza y contribuir a que el tipo de cambio siga bajando hasta el piso de la banda establecida en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Se calcula que el monto de dividendos pendientes de giro al exterior ronda los u$s 10.000 millones producto de las restricciones cambiarias de los últimos años.
Hacia delante, en tanto, la expectativa oficial es otra: que se repartan menos dividendos en las compañías para que el nuevo marco económico estimule la reinversión del dinero en los respectivos negocios. "Debería empezar a verse incluso en la aprobación de dividendos que van a empezar a hacer los propios bancos", aseguran en la Casa Rosada.
Facundo Gómez Minujin, el titular de Amcham que hoy abre el Summit en el Centro de Convenciones, podrá citarse como caso testigo. Acaba de conocerse que el banco JP Morgan que preside en nuestro país alquilará 20 pisos en una torre en Núñez para albergar a buena parte de los 3800 empleados que tiene en el país y con los que les brinda servicio de backoffice al resto de las oficinas en el resto del mundo.
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