En los últimos años, ha tenido lugar un cambio en la productividad de las distintas regiones. A fines del siglo XX, el núcleo productivo del país claramente estaba en el centro de este, como había sido históricamente desde el siglo XIX. La franja de las provincias del centro, de este a oeste (Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y la zona rural bonaerense) constituía la región más productiva por el agro. Esto se vio potenciado por la generación del complejo sojero que permitió una mayor inserción internacional de la producción del campo argentino y también una mayor productividad, con más tecnología y la generalización del arrendamiento. El conflicto entre la entonces presidente Cristina Kirchner y este sector que tuvo lugar en 2008, puso en evidencia el protagonismo político que había adquirido. La oposición política estaba desarticulada entonces y los cortes de rutas en el interior del país representaron una manifestación de ella. El fenómeno tuvo cierta repercusión política en las elecciones legislativas de 2009, pero luego se diluyó. En el primer cuarto del siglo XXI se pusieron en marcha nuevas transformaciones productivas. El campo no ha perdido su tradicional rol como proveedor de divisas del país, pero se han sumado nuevos sectores. Por un lado, ha surgido la energía como nuevo centro de inversiones y desarrollo. Es un proyecto de futuro que ya ha comenzado a concretarse en la faz de las inversiones. Se revaloriza la Patagonia, una región que ha estado relegada durante gran parte del siglo pasado. Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz son ya productores de petróleo y gas y esto se incrementará. Si bien son productos que dependen de los precios internacionales, que son variables en un mundo inestable como el de hoy, es claro que en el corto y mediano plazo mantendrán valores importantes y positivos. Los gobernadores de estas provincias están actuando en conjunto, con una visión regional y a veces suman a Tierra del Fuego y La Pampa. En el noroeste del país, la mineríaplantea una tercera región productiva. El litio aparece como la inversión más visible en el triángulo que conforman Salta, Jujuy y Catamarca. Pero provincias como La Rioja, San Juan e incluso Mendoza tienen riquezas en minerales como cobre, oro, plata, etc., que ya se están poniendo en valor. Más allá de que el litio muestre un valor muy inestable y que el oro vuelva a ser un refugio en momentos de incertidumbre mundial, la Argentina por primera vez en su historia encara una producción que estaba pendiente desde hace dos siglos, cuando Bernardino Rivadavia y Facundo Quiroga plantearon el tema, que nunca se concretó. En el plano político-institucional, la Constitución de 1994 potenció el poder provincial. En primer lugar, determinó la propiedad provincial de los recursos naturales. Es decir que el petróleo, gas y litio son de ellas, cuando hasta 1994 eran de la Nación. Esta es una modificación sustancial para el interior del país y ha determinado cambios políticos concretos. Hoy para los inversores, la relación con el gobernador suele ser tanto o más importante que con el gobierno nacional, y antes eso no era así. Pero en lo político esta Constitución sumó un tercer senador a cada provincia. La vigente hasta 1994 mantenía el sistema tradicional del texto de 1853, que establecía solo dos senadores por provincia, con periodos de nueve años renovables por tercios cada tres y los dos eran elegidos simultáneamente por las legislaturas provinciales. Este cambio debilitó el federalismo en la medida en que se generó un senador por la minoría, que redujo el poder de los gobernadores. Desde este punto de vista, el federalismo por sí mismo fue una reforma en el sentido contrario de la anterior. Pero el cambio político que potencia la transformación productiva nacional es el debilitamiento de los partidos políticos tradicionales. Históricamente, los senadores del partido justicialista o la Unión Cívica Radical asumían sus posiciones en el Congreso de acuerdo a lo determinado por el partido nacional al que pertenecían. Esto ahora ha cambiado. El proyecto de crear una tercera fuerza alternativa para la elección presidencial del 2027 es un indicio de ello. Son cinco los gobernadores que convergen: los de Córdoba, Santa Fe, Jujuy, Chubut y Santa Cruz. Se trata de un alineamiento creado más por una concepción geopolítica que partidaria. El área productiva del centro que representa el campo está integrada en el quinteto por Santa Fe y Córdoba. La región productiva en energía está presente a través de Chubut y Santa Cruz. La minería participa con Jujuy, una de las tres provincias que integran el llamado Triángulo del Litio. En la Cámara Alta, los senadores toman sus decisiones mirando más a la realidad local que a las decisiones de las fuerzas políticas nacionales, que están debilitadas. En lo electoral optan por atrincherarse en sus propios territorios, eludiendo lo más que pueden el alineamiento nacional permanente. Si bien la confluencia de los cinco gobernadores es un indicio de una tendencia, al mismo tiempo está revelando los cambios geopolíticos a nivel provincial que se proyectan al plano nacional, ya sea en lo institucional o lo electoral.