

Si el deseo del gobernador Sergio Urribarri se cumple, Axel Kicillof, será otro de los ministros de economía argentinos en probar suerte con la política electoral. El entrerriano lo quiere de candidato a vicepresidente aunque sus chances presidenciales lo ubican muy lejos de la Casa Rosada.
Como ministro de economía, Kicillof ha demostrado en varias ocasiones que prefiere las herramientas políticas a las precisiones económicas y financieras. Si acepta una candidatura, recorrerá un camino que, con diferente suerte, transitaron Erman Gonzalez, Domingo Cavallo, Ricardo López Murphy, Roberto Lavagna, Martín Lousteau y el actual vicepresidente, Amado Boudou, a quien seguramente Axel no querrá como ejemplo a seguir.
Claro que el éxito electoral de Boudou junto a Cristina se vió favorecido por la bonanza económica del 2011. Una candidatura de Kicillof estaría acompañada de una economía con alta inflación, cepo al dólar, recesión del consumo, déficit fiscal, empleo en retroceso y pobreza creciente. Un escenario difícil para seducir a una sociedad demasiado preocupada por el futuro.
La eficacia en la gestión siempre será una bandera mejor que culpar tanto a los demás por los errores propios y refugiarse en los fantasmas conspirativos.













