"Argentina está luchando por sobrevivir. Nadie está beneficiando a Argentina. Se quedaron sin dinero, sin nada... No lo haga sonar como que les está yendo genial, se están muriendo". Ante la pregunta de una cronista de qué tenía para decirle a los granjeros norteamericanos que sienten que su Gobierno está beneficiando a Argentina, Donald Trump fue categórico y, aunque fue un mensaje destinado a su electorado, desbarató en una frase el discurso del equipo económico sobre las fortalezas del modelo.
La declaración se conoció casi en paralelo con el comunicado del BCRA informando que había firmado un acuerdo de "estabilización cambiaria por u$s 20.000 millones", el famoso swap de monedas, con el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Nadie le repreguntó hasta ahora al presidente Javier Milei, cómo es eso de que es "especialista en crecimiento económico con y sin dinero". Lo que está claro es que, sin dinero, a Luis "Toto" Caputo se le hizo difícil mantener a flote la economía argentina.
Como dijo Trump, Argentina se quedó sin dinero... sin dólares y sin pesos. Breve repaso de cómo se llegó al punto de necesitar el mega rescate de la dupla Trump-Bessent.
A fines de abril pasado, tras el anuncio del acuerdo con el FMI con un desembolso extraordinario de U$S 20.000 millones, la eliminación del cepo a las personas físicas y laflotacióncambiaria entre bandas, el ministro Caputo afirmaba: "Ahora tenemos el desafío de monetizar la economía, de ponerle combustible, no importa si la remonetización se produce en pesos o en dólares".

Entonces, se iniciaba el período de liquidación de la cosecha gruesa, con un ingreso extraordinario este año por la "baja transitoria"de retenciones: la segunda mayor entrada de dólares del agro de la última década -sólo superada por 2022, con récord de precios-, 45% superior al promedio anual desde 2003 y u$s 10.000 millones más que en 2024 en los primeros 9 meses del año (contabilizando plan retenciones 0 con cerealeras en septiembre).
Sin embargo, como es sabido, el Banco Central desoyó el mensaje del FMI y la mayoría de los economistas: "Comprá campeón, no te la pierdas". No compró un sólo dólar emitiendo pesos, como indicaba el consenso profesional para monetizar la economía y acumular reservas. Es cierto que ese proceso hubiese significado, en principio, un dólar más alto, porque la oferta extraordinaria de dólares del campo se le contrapuso una demanda igual de extraordinaria de las personas físicas sin cepo: entre abril y agosto (último dato del BCRA), compraron u$s 20.126 millones en el mercado oficial, entre atesoramiento, turismo al exterior y una parte (unos u$s 8.000 millones) para abastecer el rulo en el dólar financiero, donde se dolarizan las empresas.
Sin embargo, se hubiese preparado el terreno para afrontar mejor lo que era una certeza en la segunda parte del año. El derrumbe de la oferta de dólares comerciales y la dolarización creciente de las personas físicas en el año electoral.
En cambio, la dupla Caputo y Bausili, ya se sabe, esbozaron la teoría de que fijando la cantidad de pesos, los dólares brotarían naturalmente, del colchón de los argentinos, de las privatizaciones, del carry trade para extranjeros, etc, etc. En fin, cuando los dólares no aparecieron, se implementó un apretón monetario todavía mayor, disparando la tasa de interés y hundiendo la economía, con la idea de que no había suficientes pesos ya para correr al dólar. Aún así, desde hace 10 días, los pesos para vendérselos a Scott Bessent siguen apareciendo. Cuando Trump dice que en Argentina "se están muriendo", tal vez está leyendo la marcha de la economía local mejor que algunos funcionarios.
La economía en febrero dejó de crecer y ya lleva dos trimestres consecutivos de caída (-0,1% en el segundo trimestre y -0,8% -estimado- en el tercero). La morosidad del crédito a las familias llegó en agosto a un récord de 6,6%, se más que duplicó desde principios de año, la más alta en dos décadas, por encima de los niveles del final de Macri y de la pandemia. El crédito, que hasta el primer trimestre crecía en términos reales al 6-7% real mensual (más del 100% anual), se contrajo en los últimos dos meses.
El descubierto de cuenta corriente para empresas marca registros exorbitantes en términos reales (12% mensual, con una inflación del 2%), lo cual provoca estragos en la cadena de pagos. El empleo asalariado del sector privado registrado se encontraba en julio, después de la caída de los dos últimos meses, en el mismo nivel que en octubre del año pasado: unos 124.000 puestos de trabajo menos que en noviembre 2023, a lo que hay que agregar unos 60.000 despidos netos en el sector público.
¿No son estos datos de la economía real los que complicaron el escenario electoral del oficialismo?
Para adelante, todos coinciden que existen dos incertidumbres principales, más allá del resultado electoral obviamente: la gobernabilidad y el régimen cambiario. La primera depende de la capacidad del presidente Javier Milei de zanjar la interna feroz entre su hermana Karina y Santiago Caputo dentro del Gabinete, y redefinir su dispositivo de poder. Caputo se presenta como el articulador con el Congreso y los Gobernadores, con el respaldo de Washington. Habrá que ver si eso es realmente así, y dependerá del resultado del domingo el margen de negociación del oficialismo para llegar a nuevos acuerdos, empezando por el Presupuesto 2026.
En cuanto al régimen cambiario, la duda es si existe la flexibilidad para evitar cometer los mismos errores que llevaron al escenario actual. Bessent continuará vendiendo dólares esta semana, con el tipo de cambio pegado al techo de la banda, y los financieros bien por arriba de ese umbral. En un cáculo conservador, llevaría "invertidos" en pesos unos U$S 700-900 millones.
¿Bessent habrá hecho la "cuenta de almacenero" del mercado cambiario argentino en esta época del año? Según los cálculos de Pablo Goldín, de Macroview, entre octubre y diciembre, la oferta de dólares privados de exportadores (en total, U$S 3000 millones mensuales) más el ingreso de dólares por "Prestamos Financieros y ON" (unos u$s 2000 millones) sería inferior a la demanda de dólares de importadores (u$s 6000 millones promedio).
A eso, hay que sumarle la demanda de dólares para atesoramiento y de argentinos para pagar turismo al exterior (¿u$s 4.000 millones mensuales a este tipo de cambio y con tasas de interés exorbitantes?). La diferencia en octubre la puso primero el Tesoro argentino, que vendió más de u$s 2000 millones, hasta que entró en juego y empezó a "comprar pesos" el Tesoro de Estados Unidos. ¿Trump querrá seguir comprando pesos después de la elección?















