Será difícil para Mauricio Macri hacer campaña con el dato de la pobreza creciendo en sus manos. El Presidente no solo se puso como objetivo de gestión ir a una meta de "pobreza 0", sino que pidió ser evaluado por ese resultado.

Durante su visita a Nueva York, Macri dijo que estaba listo para competir. Dio la señal que le pedían los inversores, para quienes la principal preocupación que presenta la Argentina no es la economía (están curados de espanto, y para esa hora tenían presente que el FMI iba despejar los temores de default) sino la política. La pregunta del millón es quién va a estar a cargo a partir de 2019. El jefe de Estado está dispuesto a ser plebiscitado, porque todavía siente que la falta de un candidato competitivo del lado de la oposición le deja una chance abierta.

El número de pobreza del primer semestre del año creció frente al segundo semestre de 2017, pero todavía está por debajo de igual período del año previo. La cifra que sacudirá al Gobierno será la que se conocerá en marzo del año entrante, cuando el Indec difunda lo que pasó en los peores meses de la corrida cambiaria y el fogonazo inflacionario.

En el mejor de los escenarios, Macri buscará ser reelegido con un país saliendo de la recesión y una inflación que podría ser superior al 24% de 2017 (también enfrentará el recuerdo fresco del 45% al que apunta este dramático 2018). Tal vez por eso haya dado el visto bueno a una receta tan dura como la que respalda el acuerdo con el FMI, de llegar a déficit fiscal primario 0 y crecimiento de la base monetaria 0. Todos los analistas temen que su impacto en términos de actividad sea duro. Pero el Gobierno aspira a reducir 20 puntos porcentuales la inflación. Recuperar la confianza de sus electores demandará algo más que optimismo en un plan nunca probado.