Guzmán en el puente de espías: otra concesión ¿la última?

El norteamericano James Donovan (1916-1970), abogado graduado en Harvard, es reconocido en su país por sus logros como negociador. En 1962 fue quien comandó las conversaciones con la Unión Soviética para el intercambio de prisioneros, por un lado, un espía ruso y, del otro lado, un piloto norteamericano de un U-2, Francis Gary Powers, que había sido abatido y capturado.

Donovan logró el acuerdo y retornó de Berlín a su país con Powers, pero también, pese a las órdenes en contra que recibió, incluyó en la negociación y liberó a un estudiante norteamericano de economía que había sido detenido en Alemania Oriental. La película 'Puente de Espías' dirigida por Steven Spielberg y con Tom Hanks como James Donovan, se basó en esa compleja negociación. El éxito de Donovan hizo que fuera convocado por John F. Kennedy para negociar la liberación de 1113 norteamericanos detenidos en la fracasada invasión a Cuba, en Bahía de los Cochinos. Donovan trató de crear una relación cordial con Fidel Castro, llevó a su hijo adolescente a La Habana, y tras una serie de negociaciones, logró la liberación de 9703 norteamericanos.

Martín Guzmán presenta hoy una nueva oferta argentina para renegociar la deuda ya en default. No está consensuada con los dos grupos de acreedores que definen el resultado de la transacción, que son el "Exchange Bondholder Group" y el "Ad Hoc Argentine Bondholder Group". Es una nueva zambullida del ministro de Economía argentino a la piscina, aunque en esta ocasión, hay más agua: pasó de ofrecer en abril u$s 37 (Valor Presente Neto de los nuevos bonos a entregar con 10% de tasa o "exit yield") a u$s 53,5.

En realidad, es algo menor el valor dado que Guzmán incluye los intereses corridos hasta ahora en el cálculo del valor de la oferta, lo que no corresponde al momento de valuar los nuevos bonos. Hay otros tecnicismos como que el Gobierno pone como meses de pago de intereses y amortización de los nuevos bonos a mayo y noviembre mientras que los bonistas proponían enero y julio dando como resultado un dólar y medio de diferencia en el valor.

El éxito de Donovan se basaba en siempre basarse en el interés u objetivo de la negociación, no el propio, sino el interés de aquellos con los que estaba negociando. También en crear una relación personal con quien se sentaba del otro lado de la mesa de negociación, ser agradable, no enfadarse por más motivos que le den para una reacción negativa. Y, por último, nunca revelar lo que es de mucho valor para él, ni tampoco lo que tiene poco valor; hay que dejar espacio para que la contraparte se lleve una mejora y ser creíble, es decir que la palabra en la negociación tenga valor.

Hasta el momento, todo ha sido en negativo para la Argentina. El tiempo siempre estuvo del lado de los bonistas, que devengan un interés de cerca de 7% anual sobre una deuda de 65.000 millones de dólares en discusión. La frase "es la mejor oferta que podemos presentar" fue inútilmente gastada en abril y sin credibilidad alguna. Y ello hace que tampoco la tenga ahora.

Se intentó poner como excusa al Fondo Monetario Internacional (FMI) para no presentar una mejor propuesta cuando esa baraja no influía en las decisiones de los fondos norteamericanos. Y tampoco era creíble dado que Gerry Rice, el vocero del FMI, repitió hasta el hartazgo que el organismo no participaba de las conversaciones entre las partes. Se buscó apoyo de economistas a la oferta argentina, incluyendo al "Che" Joseph Stiglitz como comandante supremo, cuando tampoco ello generaba impacto alguno en las decisiones de quienes estaban del otro lado de la mesa de negociación.

Se intentó dividir a las partes y lo único que se logró es que los dos grupos de acreedores firmen un "lock up agreement" bajo el cual no aceptan la oferta argentina salvo que lo hagan todos en conjunto. Si se hubieran acelerado las negociaciones desde el 10 de diciembre, eventualmente quizás los grupos de acreedores ni se hubieran formado. "Si no hay una oferta que empiece con el número 5 de valor, mejor ni sentarnos a hablar" le advirtieron al equipo económico en febrero apuntando a que lo propuesto debería estar en torno a los u$s 50. Pasó el tiempo y ahora los acreedores, que aplican el manual de "Cómo negociar" de Donovan, ven más urgido a Guzmán por un acuerdo y llevan sus pretensiones a u$s 57.

Ahora, ¿por qué Guzmán lleva la oferta hasta el 4 de agosto? En primer lugar, porque hay más tiempo para seguir negociando. Lo del cupón PBI o de pago en función de las exportaciones, aún puede resurgir (lamentablemente para la Argentina). También por las vacaciones en el hemisferio Norte. Pero el plan del gobierno de Alberto Fernández sería el de atar el éxito de la oferta con el de la salida de la cuarentena obligatoria. El default y el COVID-19, los dos virus de los que hay que escapar.

Volviendo a la teoría y a Donovan, lo más importante de una restructuración es mantener el acceso a los mercados de crédito, es decir que la Argentina pueda refinanciar los vencimientos y su rojo fiscal en años venideros y, más adelante, hacer "liability management", administración de pasivos, que permita reducir la tasa de interés y extender el plazo de los vencimientos. Obviamente para ello se necesita no estar en default y mantener una relación respetable como los inversores. Es lo básico pero que no estaría surgiendo hasta ahora en las conversaciones.

Quizás una salida sea una suba en el precio de los bonos argentinos. Si los acreedores aceptaran un acuerdo, ello haría subir de precio los papeles. Los tres dólares que pueden perder acreedores en la negociación se pueden recuperar con la suba de precio de los papeles en un acuerdo (si rinden menos del 10%). Hoy de hecho podrían subir los bonos argentinos dado que la diferencia entre las partes es poca y nadie cree en aquello de que "es la última oferta".

Temas relacionados
Más noticias de Deuda
Noticias de tu interés