Exceso de regulaciones y la fatal arrogancia

Cuando dos personas voluntariamente se ponen de acuerdo en algo, sea en la compra-venta de un producto, establecer algún o cualquier otra cosa, lo hacen para mejorar su condición actual. ¿Sino para que lo harían? Esos acuerdos pueden crecer en volumen, tamaño y complejidad y como en un mundo borgiano los acuerdos se prolongan en una vertiginosa telaraña, que abarca a los productores, intermediarios, consumidores, transportistas y proveedores de servicios.

Pero la regla fundamental sigue prevaleciendo, los convenios existen porque sus participantes entienden que estarán mejor con ellos que sin ellos. Cuando el Estado se mete en el medio de estas relaciones entre privados, rompe ese equilibrio incrementa los costos de negociación y seguramente el sistema en su totalidad será menos eficiente, lo cual se traduce en menor riqueza.

Creer que un funcionario puede mejorar el funcionamiento de una red de acuerdos en las que cada uno está satisfecho y en el cual se ha logrado un equilibrio es lo que el economista Friedrich Hayek llamó la fatal arrogancia. "Fatal", porque termina dañando la economía en general.

Recientemente, el Estado argentino comenzó a tratar leyes, como la ley de Góndolas o la de alquiler para tratar de regular estos acuerdos entre privados con el objetivo de tratar de mejorar dichos acuerdos, para favorecer a unos y no a otros.

La ley de Góndolas que fue votada en Diputados el miércoles por la tarde es un ejemplo perfecto de lo que Friedrich Hayek llamó "fatal arrogancia"

El resultado de esto será naturalmente un equilibrio subóptimo, donde algunos mejorarán su situación, otros estarán peor (no necesariamente los que el Gobierno cree) y el sistema como un todo terminará peor que antes, porque algunos ya no tendrán el beneficio que esperaban conseguir o el riesgo podría ser más alto del que estaban dispuestos a correr.

La ley de Góndolas que fue votada en diputados es un ejemplo perfecto de la "fatal arrogancia". Lo que llamamos el sector de distribución que incluye el comercio minorista, el transporte de bienes, los sectores logísticos. Es un sector de servicios que tiene como finalidad acercar productos a los consumidores y acercar clientes a los productores, por ese servicio cobran a los clientes y a aquellos productores que quieran usar servicios. Tanto los productores como los consumidores pueden elegir libremente si pagar esos servicios o no. Esos son acuerdos voluntarios.

Por ejemplo si yo quisiera comer una cordero patagónico, tengo muchas alternativas para conseguirlo. Puedo tomarme un taxi, luego un avión, luego otro taxi y comprarlo en una estancia de la Patagonia, donde me podría salir $ 1000 más todos los costos de transporte y casi un día de mi tiempo. O sea, más de $ 12.000 y tiempo. Alternativamente, puedo comprarlo en el supermercado del barrio donde me lo cobran $ 8000 y además, ahí puedo comprar otras cosas, como el vino, la verdura y un postre.

Sino también puedo ir al carnicero de mi barrio al que le tengo confianza y comprárselo a él, que me puede cobrar algo semejante al supermercado. Esa es mi decisión y dependerá de los servicios que prefiera tener, si la confianza del carnicero o la variedad del supermercado. Pero claramente, ambas opciones me convienen más que ir a comprarlo a la Patagonia.

Es creer que un funcionario puede mejorar el funcionamiento de acuerdos en los que cada uno está satisfecho y en el cual se logró un equilibrio

Naturalmente, el supermercado y el carnicero también tienen que traer el cordero desde la Patagonia, tienen que mantenerlo refrigerado, tienen que lidiar con proveedores, sindicatos y los impuestos el alquiler. Todo eso, son los costos que ellos tendrán. Si los costos son menores al precio que los consumidores están dispuestos a pagar, entonces habrá un acuerdo.

Lo mismo pasa entre el productor y el intermediario. Si el productor quiere vender su producto en forma directa, lo puede hacer, pero ello implicará un montón de costos y gastos que puede o no querer afrontarlos directamente.

Cuando el Estado se mete en el medio de estos acuerdos con regulaciones lo que hace es encarecer esos acuerdos entre los productores, los consumidores y los intermediarios. Al encarecer estos acuerdos, sucederá que muchos de ellos no se van a dar y los mayores costos serán pagados de alguna manera entre los productores, los intermediarios y también los consumidores.

Y lo más importante es que los consumidores elegimos y maximizamos nuestro bienestar, haciendo las compras en diferentes lugares. De hecho, los supermercados son sólo el 30% del mercado minorista del consumo.

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