El día que el Fondo Monetario no fue mala palabra en la Argentina

La mala imagen que tiene el Fondo Monetario Internacional (FMI) no es sólo potestad de la Argentina. En Brasil, por ejemplo, el organismo es aún más discutido que por estos lares. Pero más allá de que muchos no siempre entiendan que el FMI es un prestamista de última instancia, situación que se traduce en que te presta cuando nadie ya lo hace, el Fondo se supo ganar el odio de poblaciones enteras por su tecnicismo y por sus políticas erráticas que golpearon aún más las desbastadas economías tercermundistas. A los argentinos, además, les gusta elegir como blanco de todos sus males al Fondo. "La culpa es del FMI", se suele repetir en cualquier rincón del país.

Pero esta vez, el FMI, al menos en su informe técnico, está lejos de parecer el cuco que llega para hacer aún la noche más espantosa. Para el organismo, el endeudamiento de la Argentina "no es sostenible". Esta frase que en otro momento sólo significaba ajuste del gasto público, ahora hay que mirarla con otra óptica. Es decir, el acreedor (FMI) le dice al deudor (Argentina) que así como viene la mano es imposible que el país pueda cumplir con los pagos pautados. El Fondo, siempre se sospechó, sabía que el país no estaba en condiciones de pagar lo que adeuda de la forma en que se comprometió a hacerlo. Sin embargo, lo importante es que lo deje por escrito y que además le recomiende a los inversores privados que compraron deuda argentina, que también hagan un esfuerzo.

"Nuestra visión es que el superávit primario que se necesitaría para reducir la deuda pública y las necesidades de financiamiento bruto a niveles consistentes con un riesgo de refinanciamiento manejables y un crecimiento del Producto potencialmente satisfactorio, no es económicamente ni políticamente factible", dijo el FMI.

Tal situación envalentonó al Gobierno y sobre todo al ministro de Economía, Martín Guzmán, que mañana viaja vía Frankfurt, a Riad, la capital de Arabia Saudita, a la cumbre de ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales del G 20. Ahí, Guzmán llegará sonriente y con el informe bajo el brazo al encuentro con la titular del FMI, Kristalina Georgieva. También le servirá para compartir el resultado del análisis con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, otro peso pesado en la negociación del nuevo acuerdo con el Fondo.

El ministro desde Arabia Saudita, si los planes no cambian a último momento, viajará a Estados Unidos. Ahí la idea es seguir la negociación con el FMI y, al mismo tiempo, hablar con los fondos que concentran gran parte de la deuda local.

El contundente aval de los técnicos del FMI es la principal carta que Guzmán tiene ahora para renegociar con los acreedores. Esta vez, el Fondo no fue mala palabra en la Argentina.

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