

Cinco años demoró Pedro Guerra para volver a presentarse en un escenario local. Demasiado tiempo para quien mantiene una historia de amor musical con Argentina de altos niveles de reciprocidad. Con fuerte intensidad. Será por eso que el cantante español se esmeró tan bien como siempre (y un poquito más) para reconstruir ese idilio con sus seguidores al sur de la América. La Trastienda en Buenos Aires, fue la primera parada de una larga serie de recitales.
Para presentarlo, apareció el ‘Les Luthier‘ Daniel Rabinovich, quien contó con su intrínseco humor, la llegada de Guerra al país, a mediados de los 90,
‘Lo llevé en mi bote a conocer el Tigre. Venía de un país creciente y crecía con él. Conocía un poco de sus canciones y no mucho más. Era bastante callado, pero sin embargo, nos comunicamos enseguida. Compartimos el Delta, la soledad del paisaje, un bife de chorizo y no mucho más... sí, los mosquitos‘.
Sólo con su guitarra, todo de negro y descalzo (la inusual cálida noche de julio se lo permitía) apareció el cantautor de Güimar, su pueblo natal en Tenerife. Empezó con ‘Canciones‘ de su primer disco
Golosinas
, le siguió la muy argentina ‘Papá cantó‘ del disco
Ofrenda
s y luego ‘Daniela‘ de su trabajo
Raíz
.
El pivoteo por sus doce discos a lo largo de más de dos horas de concierto se debió a que el músico está celebrando sus 30 años de carrera. Para ello editó un disco triple donde se dio el lujo de cantar junto a Enrique Bunbury, Ana Belén, Lenine, Silvio Rodríguez, entre otros. También con Pedro Aznar, quien apareció en el local de San Telmo y juntos hicieron la preciosa ‘A primera vista‘ del brasileño Chico César. Los tres la cantan juntos en el disco de Guerra.
Una característica que hace a la esencia de este músico de Canarias es que desgaja cada canción antes o después de tocarla. Con humor, amor y ternura se encarga de develar la cocina de cada una de sus composiciones. Así, contó cómo hizo ‘Ofrendas‘ luego de visitar un cementerio mexicano el ‘Día de los muertos‘ o ‘Mar de Mármara‘, tras jugar con los ‘tres mares que encierra la frase‘.
Guerra repite hasta el cansancio que su vida musical está totalmente marcada por la influencia de la música latinoamericana en general y de Argentina, sobre todo. De Eduardo Falú a Charly García, de Atahualpa a Spinetta. El músico agradece. Y para condensar tanto amor por el país, eligió homenajer a Mercedes Sosa con una exquisita versión de ‘Zamba para no morir‘ (de Hamlet Lima Quintana).
Para continuar con las fuertes emociones de la noche, y tras una larga presentación en la que evidenció que llegaría alguien muy cercano a él,
‘un amigo, un compañero, un coterráneo‘
, apareció Ismael Serrano. ‘El marido de la peluquera‘, otro clásico de Pedro Guerra, fue lo que eligieron para el reencuentro. Era la segunda vez que coincidían en Argentina. La primera fue en Córdoba, a inicios de la década pasada.
Guerra pagó la deuda de tantos años de ausencia. Su público, en su mayoría personas entre los 30 y los 60 años, lo hizo volver una y otra vez para los bises ‘fueeeera de programa‘ como dijo al citar a sus admirados Les Luthiers.
Pedro Guerra en Argentina
La plata 19 /7
Rosario 20 /7
Córdoba 21/7
Buenos Aires (2° presentación) 25/7
Mar del Plata 26/7
Neuquén 28/7













