En 1845, el boticario Bernardino Branca creó el fernet como un tónico para contrarrestar enfermedades como el cólera y la malaria. Tiempo después, la bebida espirituosa comenzó a utilizarse como un digestivo.
A la Argentina llega finalmente en 1860 de la mano de la primera ola de inmigrantes italianos. Ellos lo tomaban puro, tanto con fines digestivos como para bajar la fiebre.
La fábrica se instaló en Parque Patricios en 1941. Es que primero se popularizó entre los italianos y después se extendió a todos.













