La crisis financiera global de 2008 y la consecuente recesión de la actividad económica, tuvo un impacto negativo sobre la demanda global de vinos finos generando una caída de un 14 por ciento en los precios de los mismos. Sin embargo, el comportamiento de los precios de los vinos argentinos fue diferente, el precio promedio de exportación de vinos varietales y Malbec aumentó un 15 y 10 por ciento respectivamente durante el mismo año. En cuanto a las cantidades exportadas de vinos varietales y Malbec, crecieron un 9 y 25 por ciento respectivamente en 2008.

La evidencia empírica sugiere que la crisis financiera global les brindó una oportunidad a los vinos argentinos. Ante la caída del ingreso, los consumidores en los Estados Unidos se desplazaron hacia una franja de vinos finos más económicos pero de buena calidad, entre los que se encuentran los vinos argentinos. El interrogante que se presenta es si se producirá un retroceso, o una desaceleración en la demanda con la lenta recuperación del ingreso de los consumidores en las economías más afectadas por la crisis.

Los analistas en estos mercados, como la reconocida crítica de vinos Jancis Robinson del Financial Times y Eric Asimov del New York Times, consideran que el vino argentino ha ganado un espacio de forma permanente en los Estados Unidos debido principalmente a su excelente calidad y presenta buenas perspectivas de crecimiento.

El desplazamiento experimentado por los consumidores en los Estados Unidos durante la última crisis hacia los vinos argentinos no implica necesariamente que las preferencias de estos consumidores se hayan modificado. Para aprender sobre la calidad de un bien, en muchos casos la sola inspección del mismo no resulta suficiente y es necesaria su experimentación. El vino es un caso típico de lo que el economista Philip Nelson en sus trabajos sobre publicidad e información en la década de los setenta clasificó como Bienes de Experiencia. El consumo de este tipo de bienes suele responder en menor medida a diferencias en los precios, ya que los consumidores temen que un menor precio pueda estar reflejando problemas de calidad del producto.

La crisis financiera del 2008 expuso la calidad del vino argentino a los consumidores estadounidenses generando un subsecuente aumento en su demanda. Este factor no hace más que reforzar el proceso de creciente reconocimiento hacia el vino argentino en el exterior, sobre todo del Malbec, que se inició ya hace más de 20 años de la mano de Nicolás Catena, uno de los precursores de la exportación de vinos varietales al mercado estadounidense.

Una forma sencilla de examinar lo que sucedió con la calidad del vino argentino en los últimos años es mirar la lista de vinos en los Top 100 elaborada por la prestigiosa revista estadounidense Wine Spectator. Comenzando en 1988, Wine Spectator ha publicado sus top 100 de forma anual utilizando siempre el mismo criterio. Los editores toman la decisión sobre el ranking teniendo en cuenta cuatro factores: calidad, precio, disponibilidad del producto y el factor X o expectativa en torno al vino.

En los últimos doce años, 31 vinos argentinos, 27 de ellos Malbec, se ubicaron en el Top 100 de Wine Spectator. A partir de 2001, los vinos argentinos aparecen de forma sistemática en esta selecta lista. En 2010, la Argentina sumó cinco representantes en la lista, Bodega Colomé, Achával Ferrer, Durigutti, Trapiche y Norton. Mientras que en 2011 sumó dos, Catena Zapata y Noemía de Patagonia, todos ellos Malbec.

Además de la posición en el ranking, Wine Spectator asigna un puntaje a cada vino que intenta reflejar exclusivamente su calidad. Los vinos son catados a ciegas y evaluados por un panel de expertos. Esta información, combinada con el precio, permite aproximar de forma cruda el precio de la calidad de los vinos calculando el valor promedio por punto obtenido en Wine Spectator.

En un trabajo del 2007 publicado en el Journal of Wine Economics, los economistas Gokcekus y Fargnoli de la Seton Hall University de Nueva Jersey utilizan ésta información sobre el valor de la calidad para mostrar cómo la globalización benefició al consumidor de vinos estadounidense. Los autores muestran que el ingreso al mercado estadounidense de los vinos del Nuevo Nuevo Mundo, entre los que se incluyen los vinos argentinos, chilenos, húngaros, libaneses y sudafricanos, generó una caída en los precios de los vinos de alta gama, manteniendo la calidad promedio y aumentando la variedad disponible a los consumidores.

Durante los últimos 17 años, el valor de la calidad de los vinos argentinos, medido con el puntaje de Wine Spectator, se mantuvo siempre por debajo del promedio, a excepción del 2011, lo que refleja el bajo costo de los vinos argentinos en el exterior. Esta evidencia muestra que los vinos argentinos ofrecen muy buena calidad a un precio bajo.

La incorporación de nuevas tecnologías y la reconversión de la viña durante las últimas dos décadas le permitieron al sector vitivinícola argentino lograr importantes aumentos en calidad. Así mismo, la importación de know-how y habilidad empresarial, en la forma de inversión extranjera, colaboró y reforzó la modernización del sector. Algunos de los desafíos que se presentan para el sector, además de su consolidación en el mercado estadounidense, son lograr una mayor diversificación por varietal y una mayor penetración en el mercado europeo.