

1 Sería un mandato todavía signado por los dos problemas que jaquearon su primer mandato: a) La subestimación de la tremenda crisis económica que heredó y que eligió minimizar para acceder al poder; y b) Su incapacidad para negociar con el Congreso.
En el primer aspecto, no debemos esperar grandes cambios. La decisión acerca de cómo se distribuyen los costos de la crisis, excesivamente benigna para con los acreedores y los banqueros, deja a Estados Unidos con una deuda pública elevada y de dinámica exponencial y a un sistema financiero plagado de bancos débiles y poco proclives a prestar, similar al Japón posterior a la explosión de su burbuja allá por 1989. Esto implicará muchos años de crecimiento bajo y elevado desempleo, y el riesgo adicional de futuras inconsistencias, si la estrategia anti-crisis termina circunscribiéndose a espasmódicos intentos de la Reserva Federal por crear nuevas burbujas en el precio de los activos.
Su relación con el Congreso requeriría de un Obama más humilde y más dispuesto a aceptar que es imposible la convivencia sin diálogo y negociación. Es demasiado grande el desafío que implica para una sociedad tan diversa como la de su país el estar enfrentando años de restricciones económicas y crecientes problemas sociales.
2 A las dificultades objetivas que heredaría de la crisis económica se agregaría la inconsistencia de sus políticas económicas anunciadas: aumentar el gasto militar y reducir los impuestos de los que ganan mucho no parece la receta adecuada para los desafíos de esta época. Los problemas sociales se sumarían a la creciente desigualdad dificultando aún más la solución definitiva a la crisis. Tal vez logre, sí, un mecanismo más efectivo en la convivencia con el Congreso, aún si este quedara en manos demócratas, como lo demuestra su experiencia como gobernador de Massachusetts.
Es especialmente preocupante su dureza con China, teniendo en cuenta que Asia sigue siendo hoy, junto con América Latina, la región que mantiene en pie la demanda mundial frente al estancamiento de los países desarrollados.
3 Lamentablemente, nuestro país está en un proceso de aislarse del mundo y esto nos hace cada vez más irrelevantes a sus ojos. Si bien ambos candidatos no han sido muy generosos en el espacio que le han dedicado a América del Sur en sus campañas, está claro que ubican a Brasil, junto con China e India como las regiones del futuro.
Un triunfo de Romney elevaría el costo ya visible de algunos errores de nuestra política exterior (el acercamiento con Irán) y del manejo de la deuda. En ambos campos los republicanos serían mucho menos contemplativos que Obama: las consecuencias de un cambio de signo no deberían subestimarse.













