A partir de la crisis financiera del 2008 se desataron una gran cantidad de críticas contra la nueva macroeconomía clásica y el área de finanzas basada en la hipótesis de mercados eficientes, principalmente por su inhabilidad para prevenir y evitar la crisis. En respuesta a estas críticas, el premio Nobel de economía y profesor de la Universidad de Chicago Robert Lucas publicó un artículo en la revista inglesa The Economist donde señala que para evaluar de forma correcta el valor del desarrollo de las ciencias económicas debemos preguntarnos qué es lo que el público puede razonablemente esperar de especialistas en éstas áreas y si estos avances han resultado de utilidad durante la crisis financiera.

El libro Política Monetaria bajo Turbulencia Financiera, editado en inglés recientemente por el Banco Central de Chile, apunta en ésta dirección y brinda una corriente de aire fresco en el área de economía monetaria. El volumen está basado en la premisa que para entender las crisis financieras y sus implicaciones de forma correcta se requiere poder combinar la teoría con los datos de forma rigurosa. ¿Cómo se hace para promover la estabilidad económica y financiera dentro de los límites que impone el mercado? Cuando se piensa en esta pregunta, resulta conveniente considerar las consecuencias en el largo plazo de las acciones y medidas tomadas en el corto plazo, y esto es justamente lo que se propone en el libro.

Política Monetaria bajo Turbulencia Financiera trata distintos aspectos de las crisis financieras, con especial énfasis en la que afectó al mundo en el período 2007-2008. Los trabajos de investigación incluidos en este libro examinan los orígenes de esta debacle y la relacionan con crisis anteriores, analizan el rol de los instrumentos financieros y de imperfecciones de los mercados financieros en la amplificación de la última crisis y su propagación al resto del mundo, y finalmente derivan algunas implicaciones para la política monetaria y la estabilidad macroeconómica. Si bien el libro es bastante técnico y está dirigido a un lector especializado, los capítulos más atractivos son accesibles a un público más amplio, como ser los que tratan sobre los orígenes y las lecciones que dejó la última crisis.

Dentro del debate académico existen explicaciones muy diferentes sobre las causas de la última crisis. Si se debió a un problema de malos incentivos en el sistema bancario, si fue la intervención del gobierno promoviendo el crédito hipotecario entre los sectores menos favorecidos de la población o si se debió a mercados fuera de control, producto de una exuberancia irracional.

En este sentido, el capítulo de Allen y Carletti refleja la opinión de que la fuente última de la actual crisis mundial fue la existencia de una burbuja en el mercado inmobiliario en los Estados Unidos. Es decir, la idea de que los precios de los activos, en este caso el precio de las casas, no reflejan la realidad económica o fundamentos. Los autores minimizan el papel de posibles distorsiones en los incentivos causada por el desarrollo de instrumentos financieros sofisticados, argumentando que esto fue un síntoma y no la causa de la caída.

Este capítulo desarrolla un análisis simple de los datos acompañado de un relato analítico y minucioso. Sin embargo, la discusión acerca de cómo surgen las burbujas sigue abierta. El problema básicamente es que las mismas no pueden detectarse con anticipación. Como señaló Robert Lucas en su artículo en The Economist, una cosa que nunca vamos a tener es un conjunto de modelos que puedan predecir descensos bruscos en el valor de los activos financieros, como las caídas que siguieron a la quiebra de Lehman Brothers en septiembre del 2008.

Existe una gran controversia acerca de la respuesta y las acciones tomadas por la Reserva Federal durante la última crisis. En su capítulo, Barry Eichengreen sostiene que la crisis de 1929 que precipitó la Gran Depresión influyó decisivamente en el manejo de la crisis actual. En contraste con la política monetaria restrictiva puesta en marcha a comienzos de la Gran Depresión, los gobiernos lucharon contra la crisis reciente con políticas monetaria y fiscal expansivas, cuyos objetivos eran proveer liquidez y apuntalar al sistema financiero.

Eichengreen señala que esta estrategia fue exitosa en prevenir la repetición de la Gran Depresión. Sin embargo, el autor también argumenta que los políticos se centraron excesivamente en las lecciones que dejó este episodio, ya que se concentraron principalmente en el sector bancario, que era el principal actor en el sistema financiero en la época de la Gran Depresión. Este foco en el sector bancario no tuvo en cuenta las nuevas características del sector financiero, como es su alto grado de securitización lo cual facilita el contagio en situaciones de crisis. En palabras de Eichengreen, esto refleja la dificultad de darse cuenta de que, aunque la historia se repite, nunca lo hace de la misma manera.

Con la publicación de Política Monetaria bajo Turbulencia Financiera, el número 16 en la serie de libros Banca Central, Análisis y Políticas Económicas que se inició en 2001, el Banco Central de Chile presta un valioso servicio a la profesión. Este libro es una verdadera contribución al entendimiento de las causas de la crisis y al análisis de políticas económicas en tiempos de turbulencia.