

Amanece en La Rioja. Son poco más de las seis de la mañana y el sol se asoma detrás de los cerros. Los pilotos de motos -una de las cuatro formas de participar del Dakar, además de los autos, cuatriciclos y camiones- ya están en la posta de largada del cuarto día de la competencia, esperando la marca de salida. De a poco van llegando personas, aún a pesar de apenas despuntar el día y de tener que hacer un trayecto a pie de más de un kilómetro por un terraplén terroso y agreste.
El silencio del lugar solamente se perturba con la largada de cada una de las motos. A lo lejos aparece un helicóptero de la organización.
Vestido completamente de verde, Etienne Lavigne, el presidente de ASO, la empresa que organiza el Dakar y el Tour de France, pisa tierra y va directo a la posta de la organización, desde donde indican a los corredores cuándo están habilitados para largar.
Parece un hombre tranquilo aunque pendiente de los detalles. Enciende un cigarrillo y mira a los pilotos en la posta de largada. Luego se acerca a uno de los oficiales de gendarmería, le hace unas consultas, y mira a su alrededor, como buscando asegurarse que cada cosa está en su sitio.
“Este es un Dakar muy duro, muy difícil, muy complicado”, le dice Lavigne a Cronista.com respecto del abandono de Marcos Patronelli, el piloto argentino de cuatriciclos que ganó dos veces el certamen y que tuvo que abandonar la carrera a poco de comenzar. Según Lavigne, Patronelli es “el mejor piloto” de cuatriciclos, lo que demuestra que “siempre” el Dakar es una competencia “muy dura”.
El francés aseguró también que está muy conforme con esta edición del Dakar y afirmó que está saliendo “bien”.
Respecto de si se realizará o no la competencia nuevamente en Argentina en 2015, Lavigne indicó que “todavía es muy temprano para definir eso”, aunque no lo descartó.
Lavigne vuelve a montarse en su helicóptero y sigue camino a otras postas. Recién son las 7 de la mañana, pero en el Dakar el día empezó hace rato.













