

Apenas se conoció la noticia sobre el cambio de manos que se producía en el estadio Luna Park, las productoras de espectáculos se comenzaron a frotar las manos.
Es que, entendieron, se abría la puerta para ingresar a un recinto que no sólo tiene un inmenso valor histórico, sino que además es el único recinto cerrado de la ciudad de Buenos Aires capaz de recibir a algo menos de 10.000 espectadores, un punto que genera el mayor atractivo del lugar, además de su ubicación céntrica.
Lo que desde un primer momento las productoras habían considerado como una posibilidad, finalmente se concretó. Tanto allegados a Cáritas Buenos Aires (que junto a los salesianos de San Juan Bosco pasarán a contar con el 95% de la sociedad) como Esteban Livera (sobrino de Tito Lectoure, histórico dueño del Luna Park, y que manejará el 5% del paquete), ya comenzaron a sondear a las principales productoras de espectáculos para tantear su interés.
Las dos empresas del sector que más avanzaron son justamente las de mayor importancia a nivel local. Tanto Time For Fun como Fénix Entertainment Group, según pudo constatar El Cronista con fuentes cercanas a las negociaciones, dieron los primeros pasos para lograr poner un pie en el Palacio del box.
La modalidad que se adoptaría para llevar a cabo una operación de este tipo todavía no está definida.
Hasta el momento, las charlas preliminares se movieron en torno de tres variantes bien concretas: que una productora de espectáculos pase a ser el nuevo dueño del Luna la que más motiva a las firmas, que la productora se asocie a los actuales dueños para llevar adelante el negocio, o que la productora logre un contrato para la explotación exclusiva del lugar.
Todavía no hay un panorama al respecto, aunque Time For Fun y Fénix impulsan con fuerza la posibilidad de quedarse con el estadio o, al menos, lograr una asociación con una participación importante en el paquete. Sea cual sea la resolución final, las empresas pretenden realizar importantes obras de infraestructura, para dejar al Luna Park como un lugar de primer nivel.
Lo que todavía ni siquiera se habló es el precio en el que se podría tasar el lugar.
Las idas y vueltas sobre el predio comenzaron a principios de este año, cuando falleció Ernestina de Lectoure, propietaria del lugar, y sin hijos.
En su testamento dejó el 95% de Stadium Luna Park Lectoure y Lectoure SRL, la empresa propietaria del estadio, a la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y a Cáritas, representada legalmente por el Arzobispado de Buenos Aires.
Del otro lado, el 5% restante quedó para un grupo de familiares de Juan Carlos Tito Lectoure, sobrino de Ernestina, y quien había tomado posesión del estadio.
Si bien la situación legal parece clara en este sentido, lo cierto es que la nueva conformación accionaria entrará en escena una vez que la Inspección General de Justicia (IGJ) resuelva la inscripción de la cesión testamentaria.














