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Un reciente estudio del Reino Unido ha revelado la tendencia de que a medida avanza el envejecimiento, las personas tienden a retrasar los horarios del desayuno y la cena, lo que acorta la ventana de ingesta de alimentos. Este simple cambio, que podría parecer insignificante, revela una conexión profunda con la salud física, la genética e incluso la longevidad.

El estudio, publicado por la Universidad de Manchester, siguió a casi 3,000 adultos durante más de tres décadas. Desde 1983 hasta 2017, los investigadores recopilaron datos detallados sobre los hábitos alimenticios de los participantes, quienes tenían entre 42 y 94 años al inicio del estudio.

La información incluía la hora exacta de cada comida y permitió a los científicos crear un "mapa" detallado de cómo el paso del tiempo altera los horarios alimenticios, lo que a su vez influencia en la obesidad.

Descubren que el horario de las comidas influye en el envejecimiento

Los resultados mostraron que, con los años, tanto el desayuno como la cena se retrasaban, mientras que la comida del mediodía se mantenía relativamente estable. Esto sugiere que el almuerzo, por su arraigo cultural como el plato fuerte del día, resiste mejor los cambios de la edad.

Pero lo más revelador fue la conexión entre este cambio de horario y el estado de salud de los participantes. Aquellos con más problemas físicos o emocionales, como fatiga, ansiedad, depresión o problemas dentales, eran los que tendían a desayunar más tarde. Este simple dato podría convertirse en una herramienta para detectar a tiempo la presencia de enfermedades.

Pero no solo la salud influye, también lo hace la genética. En un subgrupo de más de mil participantes, los investigadores analizaron perfiles genéticos relacionados con el cronotipo, es decir la tendencia a ser "más diurno" o "más nocturno". Los resultados mostraron que las personas con una predisposición genética a ser nocturnas solían comer más tarde, afectando la hora de todas sus comidas; lo que refuerza la idea de que los ritmos internos tienen un impacto directo en los hábitos alimenticios.

Cuál es el mejor horario para comer

El estudio también identificó dos patrones de alimentación: los que comían temprano y los que comían tarde. Y las consecuencias de esta diferencia fueron impactantes. Diez años después del inicio del seguimiento, los del grupo "temprano" tenían una tasa de supervivencia del 89.5%, mientras que los del grupo "tardío" solo alcanzaban un 86.7%.

Aunque la diferencia parece pequeña, sugiere una relación entre el horario de las comidas y la longevidad. El factor más determinante fue el desayuno, ya que cuanto más tarde se tomaba, mayor era el riesgo de mortalidad en los años siguientes, independientemente de otros hábitos de vida.

Si bien desayunar tarde no es una causa directa de muerte, el estudio concluye que podría ser un indicador de cambios más profundos en la salud. El retraso en la primera comida del día podría estar relacionado con la pérdida de apetito, la depresión o la fatiga, que son comunes en la vejez.

También podría ser una señal de que los ritmos internos del cuerpo se están desajustando, afectando el metabolismo y la energía. Por lo que un simple cambio de horario en la alimentación podría ser un sutil aviso de que algo más grande está sucediendo en nuestro cuerpo.

Cómo el horario de las comidas se relaciona con la obesidad

El estudio analizó perfiles genéticos relacionados con la obesidad, sin embargo no encontró una asociación clara entre estos genes y la hora de las comidas. Lo cierto es que los genes de la obesidad sí se vincularon con el tiempo total disponible para comer.

El principal hallazgo del estudio fue que desayunar más tarde puede ser un indicador de problemas de salud subyacentes, como depresión o fatiga, y se asocia con un mayor riesgo de mortalidad.