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No fue la Virgen de Guadalupe ni la Virgen de Luján, en su natal Buenos Aires. La advocación mariana que el papa Francisco más amó fue la Salus Populi Romani. La eligió como su refugio espiritual desde que era sacerdote. Y antes de morir, pidió descansar eternamente junto a ella.
La imagen de la Salus Populi Romani, ubicada en la basílica de Santa María la Mayor, fue su consuelo en los momentos más duros. El sumo pontífice la visitó 126 veces durante su pontificado. Y dejó claro en su testamento: deseaba ser enterrado junto a ella. Como parte de su ritual de viajes, cada vez que se iba del Vaticano y volvía, pasaba por la basílica de Santa María la Mayor, y así lo hizo tras su salida del hospital Gemelli.

El papa Francisco pidió una tumba sencilla, "en la tierra; sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus". Una voluntad que sintetiza su humildad y su fe profunda en esta Virgen romana.
La imagen que llegó de Jerusalén y conquistó Roma
La Salus Populi Romani no es solo un icono, es una parte viva de la historia de Roma. Según la tradición, fue pintada por el evangelista Lucas y llegó desde Jerusalén para ser colocada primero en el oratorio pontificio del Letrán.
Fue el Papa Sixto III quien la donó entre los años 432 y 440 a la basílica de Santa María la Mayor. Desde entonces, esta pintura sobre madera de tilo se convirtió en emblema de protección para los romanos, especialmente en tiempos de epidemias o guerras.

La Virgen que Francisco eligió para su descanso eterno
Para el papa argentino, esta Virgen fue más que un símbolo: fue su madre espiritual. Así lo expresó con su última voluntad escrita el 29 de junio de 2022, al pedir ser sepultado "en el lóculo de la nave lateral entre la capilla Paulina (capilla de la Salus Populi Romani) y la capilla Sforza de la citada Basílica Papal".
El cardenal Rolandas Makrickas reveló que él mismo le sugirió esta sepultura, "donde tantas veces vino a reunirse en oración, primero como sacerdote, luego como cardenal y finalmente, 126 veces, como Papa". Incluso tras salir del hospital, el Papa pidió pasar por allí y dejar flores a sus pies.

La Virgen que salvó a Roma más de una vez
La historia de esta imagen está marcada por milagros y actos de fe colectiva. En el año 509, durante una peste devastadora, fue portada en procesión por el papa Gregorio Magno para pedir el fin de la epidemia.
También fue invocada en 1837 por Gregorio XVI, durante una epidemia de cólera. Y el papa Pío XII se dirigió a ella en 1944, al borde del asalto a Roma durante la Segunda Guerra Mundial. Más recientemente, el papa Francisco la colocó en el centro de la histórica Statio Orbis del 27 de marzo de 2020, en plena pandemia.














