

La reestructuración emprendida por Petróleos Mexicanos (Pemex), con el propósito de reducir costos, ya está teniendo consecuencias en miles de trabajadores en todo el país.
Como parte de este proceso, la empresa inició una ola de despidos que, según diversas fuentes, podría dejar a cientos de empleados sin acceso a sus derechos jubilatorios.
Este escenario resulta llamativo, especialmente considerando que se produce poco después de que Grupo Carso -propiedad del empresario Carlos Slim Helú- concretara una inversión superior a los 2,000 millones de dólares en la petrolera.

Despidos masivos en zonas estratégicas
La reestructuración iniciada por Pemex este año afecta ya a miles de trabajadores en todo el país. Las primeras regiones en registrar recortes fueron:
Coatzacoalcos, Veracruz
Ciudad del Carmen, Campeche
Municipios petroleros en Tabasco
Zonas productivas en Tamaulipas
Estas áreas concentran instalaciones clave de Pemex y una alta densidad de empleos que sostienen las economías locales. Se estima que el recorte actual, de por lo menos 3,000 plazas, es solo el inicio de una oleada mayor de despidos.
Según fuentes oficiales, esta decisión responde a una necesidad de ajuste financiero para pagar una deuda superior a los 100,000 millones de dólares. Así, las proyecciones de ahorro son:
3,532 millones de pesos en 2025
1,266 millones de pesos en 2026
Pese a estas metas, especialistas alertan que los despidos pueden desestabilizar aún más a la empresa.
Preocupación por derechos laborales
Representantes de los trabajadores denuncian que los despidos se están ejecutando bajo esquemas opacos. Jorge Luis Ríos Robles, líder de los jubilados petroleros en Ciudad del Carmen, advirtió que muchos trabajadores no están siendo despedidos oficialmente, sino inhabilitados silenciosamente, lo que los deja sin derechos adquiridos ni posibilidad de acceder a una jubilación.

La apuesta de Carlos Slim: ¿rescate o riesgo?
En medio de este contexto, Carlos Slim Helú, a través de Grupo Carso, invirtió más de 2 mil millones de dólares en Pemex. Esta operación lo posiciona como el mayor socio privado de la empresa estatal.
El objetivo oficial es fortalecer proyectos clave como los yacimientos de Zama y Lakach, aunque estos requerirán varios años para producir resultados sustanciales.
De hecho, el empresario se reunió recientemente con la presidenta Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, donde se reafirmó el compromiso de seguir colaborando dentro del marco legal.
No obstante, diversos especialistas advierten que se trata de una maniobra arriesgada: inyectar capital privado en una compañía marcada por profundas fallas estructurales, escasa productividad y una abultada deuda.
La incógnita sigue latente: ¿será esta apuesta de Carlos Slim capaz de cambiar el rumbo de la petrolera o quedará atrapada en la compleja red de problemas financieros y políticos que la envuelven?















