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Carlos Slim Helú, reconocido como una de las personas más acaudaladas del planeta, generó controversia después de expresar su perspectiva sobre el destino de su patrimonio y el verdadero rol que deben cumplir quienes acumulan grandes capitales.

Sus declaraciones desafían las prácticas filantrópicas de figuras como Bill Gates y Warren Buffett, proponiendo un enfoque alternativo que prioriza la gestión activa sobre las transferencias económicas.

Carlos Slim desafió el paradigma filantrópico global al afirmar que los grandes capitales no deben “regalarse”, sino gestionarse activamente para impulsar crecimiento económico y social. Fuente: Shutterstock.
Carlos Slim desafió el paradigma filantrópico global al afirmar que los grandes capitales no deben “regalarse”, sino gestionarse activamente para impulsar crecimiento económico y social. Fuente: Shutterstock.

“Somos administradores temporales”: la filosofía que sacude Wall Street

El fundador de Grupo Carso presentó una visión radical sobre la acumulación de capital. Según su perspectiva, los empresarios no son propietarios permanentes sino gestores transitorios de recursos que deben emplearse para impulsar el desarrollo económico. Esta postura desafía la noción tradicional de herencia y legado patrimonial que predomina entre las grandes fortunas globales.

El empresario manifestó que su compromiso no pasa por definir un destino posthumo para sus activos, sino por utilizarlos de manera productiva mientras esté en vida. Esta declaración contrasta marcadamente con las estrategias de otros multimillonarios que compartieron públicamente la mayor parte de su riqueza a fundaciones benéficas.

El dardo contra Gates y Buffett: “Que donen su trabajo, no su dinero”

Carlos Slim dirigió críticas específicas hacia el modelo filantrópico impulsado por algunos de los empresarios más prominentes de Estados Unidos, Bill Gates. A pesar de mantener relaciones cordiales con ellos, el empresario cuestionó la efectividad de las grandes donaciones cuando no están acompañadas de un compromiso genuino con la solución de problemas estructurales.

El empresario argumentó que las fundaciones multimillonarias enfrentan problemas de eficiencia administrativa, con porcentajes significativos de recursos destinados a gastos operativos en lugar de impacto directo. Su propuesta enfatiza que los líderes empresariales deberían canalizar su experiencia, conocimiento y capacidad de gestión hacia proyectos que generen oportunidades sostenibles y transformación social real.

Esta visión representa un quiebre con la tendencia global de crear vehículos filantrópicos que distribuyen capital después de la muerte de sus creadores, sugiriendo en cambio que el verdadero valor está en la participación activa durante la vida productiva del empresario.

“Somos administradores temporales”: la frase con la que el magnate mexicano puso en jaque la idea de herencia multimillonaria y el rol tradicional de los empresarios más ricos del mundo. Fuente: Shutterstock.
“Somos administradores temporales”: la frase con la que el magnate mexicano puso en jaque la idea de herencia multimillonaria y el rol tradicional de los empresarios más ricos del mundo. Fuente: Shutterstock.

Telmex: el legado que no se vende pese a las dificultades

El magnate también abordó la situación de Telmex, empresa emblemática del sector telecomunicaciones en México que enfrenta desafíos financieros significativos. A pesar de las complicaciones económicas, incluyendo obligaciones laborales superiores a los 270,000 millones de pesos, Carlos Slim ratificó su decisión de mantener la compañía bajo control nacional.

El empresario reveló que existe un acuerdo familiar para preservar Telmex como propiedad de México, rechazando ofertas de venta que podrían resolver sus problemas de liquidez. Esta determinación refleja una filosofía empresarial que valora la soberanía y el impacto social por encima de la rentabilidad inmediata.

La estrategia implementada incluye la creación de un fondo específico para atender las obligaciones con trabajadores jubilados, demostrando un compromiso con la responsabilidad social corporativa que va más allá del beneficio económico directo.