Hace un año, la muerte de Hugo Chávez, víctima de un cáncer a los 58 años, sacudía a Venezuela y a la región. Aunque de algún modo esperada, dados los últimos partes de su salud e incluso su propia decisión en vida de nombrar como su sucesor a Nicolás Maduro, la noticia fue tomada con la sorpresa que causan aquellos acontecimientos que, pese a lo previsible, se sabe que cambiarán para siempre la política internacional. Chávez marcó un antes y un después en Venezuela. Su imponente figura, su proyecto político y su forma de gobernar despertó pasiones irreconciliables durante sus 14 años de presidencia, algo que quedó plasmado ayer, una vez más, durante la conmemoración del primer aniversario de muerte, con miles de personas presenciando el desfile cívico-militar en su honor y rodeando el Cuartel de la Montaña, donde descansan sus restos, y el otro bando de los venezolanos, el de los opositores, cortando calles y protestando en diversas partes del país, como lo vienen haciendo desde hace tres semanas.

El año sin el Comandante Supremo encuentra al país más polarizado que nunca, pero sobre todo inmerso en una crisis económica profunda. Solo en este último año, las reservas internacionales cayeron 25%, la inflación superó el 56% en 2013 y el índice de escasez marca un récord de 23%, de acuerdo a datos oficiales del Banco Central de Venezuela (BCV). No es fácil encontrar en las góndolas pollo, leche, papel higiénico y, peor aún, la harina para hacer las populares arepas venezolanas, por nombrar algunos de los productos más básicos. La estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que es por lejos la principal fuente de financiamiento de la revolución, produce y exporta menos barriles que hace 10 años atrás y cobra muchos de sus envíos con atraso, por lo cual la falta de liquidez para financiar el millonario gasto social se ha tranformado en una bomba de tiempo. El control de cambio y de precios, instaurados por Chávez en 2003, suman a su vez más distorsiones y desequilibrios a la economía.

Muchos en Venezuela se preguntan hasta qué punto el emporamiento de las condiciones económicas y sociales en este último tiempo es culpa de Maduro o consecuencia lógica de la ausencia física de Chávez. Está claro que Maduro no es Chávez, que el chavismo pasa por un momento de reacomodamiento y que la oposición avanza, como lo demostró la última elección presidencial. Pero contra lo que muchos quizá esperaban por su tono más moderado, desde que asumió Maduro no hizo más que reforzar los controles de la economía. Afrontó con los militares en los supermercados y hasta detuvo empresarios en el marco de la guerra económica concepto acuñado por Chávez liderada supuestamente por la oposición y empresarios especuladores, con apoyo externo del imperio yanqui.

A un año de la partida de nuestro comandante aquí está la Revolución Bolivariana de pie, en lucha. Hemos cumplido, expresó ayer Maduro.